domingo, 13 de noviembre de 2016

TRUMP, THE APPRENTICE Y LA LEY DE ATRACCIÓN

“Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas,
y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.
Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre
vosotros será vuestro servidor; y el que quiera ser primero entre
vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre
no vino para ser servido, sino para SERVIR.”
Jesús, el Cristo
(Mateo 20:25-28)

El planeta sucumbió ante su propia creación. Miraron lo que se había manifestado y el miedo se apoderó de todos, más allá de las fronteras estadounidenses. Los valores colapsaron; los de la bolsa y los de los principios de vida. Las masas aterrorizadas se lanzaron a gritar y muchos lloraron en desesperanza. Todo por una elección Presidencial, porque más allá de eso, aún no ha ocurrido nada más. Muchos aseguran que el racismo ha aflorado. Aún hay muchas personas desempoderadas que, desconectadas de su esencia de Bien, están esperando que alguien les valide su sombra para verterla sobre otros. Sin embargo, todas estas personas tienen una consciencia y un libre albedrío. Ya en el albor del nuevo Milenio, pocas personas no saben la diferencia entre el Bien y el Mal, y aún así, escogen actuar, o desde la Luz o desde las Sombra. ¿Y cómo llegamos a este momento?

TODOS NOSOTROS LO CREAMOS.

El 8 de enero del año 2004 se estrenó en la televisión estadounidense el “reality show” THE APPRENTICE, en la cual el magnate Donald Trump auspiciaba una competencia entre jóvenes empresarios para que el ganador recibiera $250,000 y dirigiera alguna de sus corporaciones. El tema musical de la serie es “For the love of money”. Al cierre de la primera temporada, 28 millones de personas observaban y aplaudían la serie. El éxito fue tal, que la serie se expandió a THE APPRENTICE CELEBRITY y al día de hoy, aún está siendo vista por público alrededor de todo el mundo. THE APPRENTICE es vista en países tales como Alemania, Australia, Brazil, Sur Africa, Colombia, Dinamarca, Estonia, Finlandia, India, Holanda, Reino Unido, Suiza, Rusia, Turqía y Vietman, solo para mencionar algunos. El mundo entero aplaudiendo a Donald Trump por 12 años. En la Energía, 12 años de aplausos no se borran con un año de abucheos. La Ley de Causa y Efecto no funciona así.

¿CÓMO CREAMOS ESTA SITUACIÓN?

Las Leyes Universales son inexorables. Así conozcamos o no su funcionamiento, están operando sobre nuestro mundo continuamente. Algunas pueden ser cambiadas; las primeras tres son constantes. La Ley de Mentalismo dice que el mundo lo crea nuestra mente. La Ley de Correspondencia establece que como es arriba es abajo y hay una correspondencia continua entre el mundo material y el mundo espiritual, o de la energía. La Ley de Vibración establece que todo vibra, incluyendo nuestros pensamientos. De aquí se deriva la Ley de Atracción, que afirma que atraemos a nosotros todo aquello que vibra con nosotros. A estas leyes que no cambian, se añaden las leyes de Ritmo, Polaridad, Causa y Efecto y Generación, las cuales pueden ser alteradas por el ser humano, una vez consigue conectar efectivamente con las primeras tres.

Miremos los sucesos recientes a la luz de la Ley de Atracción. Como funciona este campo de intención es conectando con la energía vibracional de las emociones. Si vibras en amor, eso atraes. Si vibras en miedo, lo atraes igualmente. A veces, las personas atraen situaciones negativas que no están pensando conscientemente, pero que están activas en su subconsciente. Nadie se despierta con la idea de ser asaltado por un delicuente; nadie. Sin embargo, muchas personas ven continuamente en la televisión series de violencia y las disfrutan. La nación estadounidense es una productora de violencia por excelencia y las personas lo ven, lo apoyan y lo disfrutan. También las personas están continuamente resguardándose con alarmas, armas de fuego y seguros porque están inconscientemente convencidos de que alguien viene a atacarlos. Esto es otra manera de atraer la violencia.

Cuando el mundo entero aplaudió THE APPRENTICE, la energía creadora, que no distingue entre bien y mal porque es bien absoluto, recibe la vibración de que las personas gustan de Donald Trump y de lo que hace. “You are fired” se convirtió en un “mantra” que muchos repitieron por mucho tiempo y el ver a las personas vivir la experiencia dolorosa (ninguno de los despedidos salía feliz del salón de conferencias) fue algo que las personas vieron como bueno. El Universo respondió expandiendo esa experiencia, porque en su naturaleza, la energía es EXPANSIVA. Si fuese lo contrario, ninguno de nosotros estaríamos aquí. A lo que le prestas tu atención, eso se expande.

¿Y AHORA QUÉ?

Luego de mirar la experiencia cocreada por el planeta de forma insconsciente, el llamado colectivo debe ser a la consciencia. ¿Qué estamos mirando? ¿A qué le estamos poniendo toda nuestra atención? A eso que estamos mirando, ¿le estamos sumando una emoción de miedo, dolor u odio o le estamos enviando ondas de perdón, amor y sanación? Llegó el momento de la mirada compasiva. No hacia afuera, sino, hacia adentro, hacia nosotros mismos. ¿Cómo creo mi mundo? ¿Qué pienso, cómo actúo, que emociones dominan mi vida diaria? ¿Dónde estoy con mi filosofía, ya sea religiosa o espiritual? Cuando hay un aparente “colapso” (en el Universo todo está siempre en perfecto orden) ¿Cómo mis prácticas me sostienen en medio de los cambios?

El señor Trump, próximo Presidente de los Estados Unidos está cumpliendo su encomienda milenaria de enseñorear sobre su nación. Eso ya Jesús lo había explicado. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Y yo, que digo que no soy nada como ese señor, estoy cumpliendo con mi encomienda de servicio? ¿Yo, estoy cumpliendo mi misión? ¿Yo amo a las personas lo mejor que puedo o todavía hay dos o tres hermanos a los que discrimino internamente, ya sea por su raza o nacionalidad, incluyendo a Donald Trump? ¿Yo, cómo estoy creando mi mundo? Son palabras profundas que requieren honesta, valiente y profunda reflexión. Si el miércoles pasado el miedo te arropó, es porque la vibración de que debes mirar tu propio mundo se activó para que lo que necesitas sanar produzca entonces una vibración de paz.

AMAR A TODO EL MUNDO NO ES NADA FÁCIL; SIN EMBARGO, ES POSIBLE.

Comienza con el amor propio. Comienza con descifrar cosas tan simples como observar a qué le estoy poniendo toda mi atención. ¿A mi pareja? ¿A mi trabajo? ¿A mis hábitos? Observar con suavidad qué escucho en la radio, que veo en la televisión, cómo estoy o no cumpliendo un propósito de servicio y si mi filosofía religiosa o espiritual es algo que practico un solo día o todos los días. Nos explica el Arcángel Miguel en una reciente canalización, que en las altas esferas espirituales se conocía el desenlace de estas elecciones, porque para que el planeta entre en una alta vibración de Amor, es necesario que salga todo lo que estaba escondido a la superficie para ser sanado. Había que despertar el dolor escondido para limpiarlo desde el perdón y la compasión. Tú que lees este escrito estás llamado a unirte a esta gran sanación. Quizás te sientas impotente ante el prospecto de sanar a todo un planeta, sin embargo, todo empieza por ti, tu familia, tus vecinos y tu comunidad. El bien al igual que lo que no lo es, se expande. El llamado es a recordar (se nos fue dicho hace 2,000 años) que no vinimos aquí a ser servidos: VINIMOS A SERVIR.







domingo, 6 de noviembre de 2016

¿CÓMO SE AMA A UN PAÍS?

Hay gente que conoce la respuesta a esta pregunta: ¿cómo se ama a un país? Hay personas muy valientes que luchan por un país. Hay otros que van a la guerra y están dispuestos a matar por defender el suyo. Hay personas que construyen países y gente que vive solo para su país. La historia está llena de los relatos de estas personas.  Algunos les llaman héroes y heroínas. Hay un sentido de unidad y pertenencia que viene de la tribu; de las personas que habitan la Tierra que te recibe. Hay gente que se conecta a través del lugar dónde vive. Hay personas dispuestas a dar la vida por un país; yo no soy una de ellas...

Una vez escuché a un hombre compartir esta historia. Su hijo le preguntó si en el planeta había países con menos violencia y criminalidad que el nuestro:

Padre: “Seguro hijo, Portugal es un país con muy baja criminalidad.”

Hijo: “Pues, papi, ¿por qué no nos mudamos a Portugal?”

Padre: “Porque si nos mudamos a Portugal, ¿quién luchará por nuestro país?”

Recuerdo que lo único que sentía era horror ante la escena y mucha compasión por ese niño, que le estaba pidiendo una mejor vida a su padre, que estaba demasiado ocupado con su propia visión como para escuchar el reclamo de su hijo. Pensé en mi hija y en que ella también vivía, en ese tiempo, en el mismo país. “Luchar o huir”; el paradigma de muchos países en el Siglo 21. Aún tengo fresca en la piel el rocío frio de la madrugada en que llevé a mi hija al aeropuerto para tomar el avión que la llevaría a un país con menos violencia… lejos de mí. Me sentía como la madre de Moisés cuando lo colocó en el río para salvarle la vida. Hoy, al escribir esto, veo como esa conversación debía ocurrir frente a mí. Necesitaba entender que los hijos se merecen la mejor vida posible y que el control de un país no está en nuestras manos, pero la cocreación extraordinaria de una vida empoderada, en cualquier lugar del planeta, eso sí es posible.

¿Cómo se ama a un país? Pues lo primero que debemos aprender es como se ama. Poco hemos conocido sobre el tema, porque si de verdad entendiésemos ese concepto, no habría violencia, ni sería necesaria la guerra, ni hubiese tanta criminalidad, sin embargo, reconozco que para sanar lo que veo afuera debo sanar yo primero. La Ley de Correspondencia que establece que, como es adentro es afuera, me muestra mi propia realidad interna en lo externo. Si abrazo la visión, entonces puedo amar y transformar. Si no logro amar la visión, es hora de mirar más profundo. Si desde el amor practico técnicas de perdón, como lo es el Ho’oponopono, puedo tener la certeza de que mi amor transforma. “Lo siento, perdóname, te amo, gracias,” se convierte entonces en un mantra de vida que sana a un país entero.

Mi pasión siempre ha sido la Divinidad. Esa energía se ha bifurcado de maneras impresionantes para ofrecerme mil formas de conocer el amor y regresar a mi energía matriz. Amar un país es parte de la experiencia, pero la pregunta es: ¿cómo puedes amar a uno y a otro no? ¿Cómo te sientes parte del agua, el viento, las nubes y las lumbreras que sostienen la vida de todos, amando a un pedazo de Tierra y despreciando a otro del mismo planeta que nos sostiene? La cocreación de un planeta entero en interdependecia y armonía es una utopía realizable. Solo una persona impresionantemente desempoderada pensaría lo contrario, pero, ¿a cuesta de qué? ¿Qué debe pasar para que nuestros hijos no tengan que pedir exiliarse hacia la paz?

HAY QUE DEJAR DE ODIAR.

Si no es posible amar, al menos, podemos dejar de odiar. Entrar en un estado neutro de observación, sin apasionamientos ni dramones, es posible.  Podemos dejar de insultar a quien piensa diferente. Podemos elegir un gobernante sin tener que hacer su campaña política el centro y eje de nuestras vidas. Los hermanos que intentan convencer a otros de que su criterio político es el correcto, actúan igual que los hermanos que van casa por casa explicándoles a otros quien es Dios con la esperanza de “convertirlos” a su Fe, sin ni tan siquiera conocer a la persona a quien les hablan. Es todo lo mismo; el juego de los controles haciendo lo suyo. Usted tratando de controlarlo todo para tener paz externa, porque la paz interna brilla por su ausencia.

Pienso que amar a un país es posible; solo hay que encontrar la Divinidad en él y eso es muy fácil. Amo el Río Grande de Loíza, amo las playas de la Carolina, El Yunque, los bonsái en mi balcón, los arcoíris y despertarme con el canto de un ave en mi ventana. Amo las estructuras antiguas, los cuentos de mi abuela y los poemas del abuelo; amo la belleza de un Flamboyán, las olas de Rincón y la bondad de quien recoge un animal realengo… Amo, amo, amo… Cuando no amo, que a veces pasa, trato de hacer silencio hasta regresar a ese estado de apreciación y luz que me recuerda que mi país le pertenece al Divino y no a ningún sistema, ni partido político. Reenfoco y honro el regalo que me ha sido dado y dejo de mirar lo que otros hagan o dejen de hacer con el regalo; me enfoco en honrarlo yo primero. Entonces, amo y me lanzo a la acción. Reciclo, hago trabajo voluntario, siembro un jardín en mi comunidad, me sano y comparto sanación dedicándome a empoderar a otros. Hago lo que el amor haría. Cuando estás tan ocupado con el amor, no queda mucho tiempo para otros menesteres.  

No sé cómo amar a un país; eso me da mucho trabajo. Estoy aprendiendo a amar lo que tengo cerca y eso se expande. El martes hay que elegir un nuevo gobernante desde el amor. Creo que algunos aman al país y puede que otros lo usen para su beneficio. No sé cuál es cual, ni quién hace lo que hace por amor, pues por lo regular, luego de las elecciones, no se sabe más de ellos por cuatro años. Pues hoy decido que YO SOY quien gobierna. Me toca bendecir a todo un país y mantenerlo en alta vibración, abundante y lleno de paz. Me toca a mí perdonarme y pedir perdón por todos los que la han mutilado, usado y transgredido. Me toca a mí sanar a mi país; me toca a mí pagar la deuda. SOY YO, entonces, quien dirige el Bien y, desde ese lugar de empoderamiento TOTAL, puedo crearle al chico de mi historia el país que su papá sueña…



                                                                Arte: Veronica Rubio