jueves, 18 de enero de 2018

UN DISCURSO PARA OPRAH

La primera y única vez que hice el amor con un hombre y terminé con mis senos llenos de moretones, no me pregunté por qué ese hombre me había hecho eso. Pregunté, haciéndome 100% responsable de la vida que me creo: ¿Cómo yo atraje esto a mi experiencia? Bueno, la respuesta no se hizo esperar. Resulta que para ese tiempo yo veía una serie policiaca en la que en cada episodio se mataba o violaba a una víctima. Aprendí con las enseñanzas de Abraham y el Vortex que, todo aquello a lo que le prestas tu atención por más de 17 segundos se convierte en un COMANDO, UNA ORDEN al Universo de que eso que estas disfrutando lo quieres porque te gusta. Dicho esto, les pregunto a las personas (hombres y mujeres por igual) que se sienten abusados y maltratados: ¿Cuántas novelas y dramas de violencia ves al día?  ¿Cantas las canciones de “El me mintió” y “Ese hombre es malo” y bailas y cantas esas afirmaciones con alegría? ¿Proyectas tus inseguridades personales pensando continuamente que tu pareja te engaña y cuando pasa, porque TU LO CREASTE, dices “¡Yo lo sabía!”? Miremos desde la compasión, ese espejo que llamamos las relaciones…

Por favor, y que quede claro, que bajo ninguna circunstancia trato de justificar la maldad en este planeta. Es solo que estoy de acuerdo con que “ojo por ojo” dejará al planeta ciego. La maldad existe; solo que no tiene o testosterona o progesterona. No es una energía física u hormonal. La maldad, como opuesto de la bondad, es una desconexión de la Fuente Divina y por la acción de la Ley de Vibración, atrae hacia sí lo que vibra igual o, en ciertas ocasiones, la vibración del miedo es lo que atrae al atacante.  Lo que considero inconcebible es que sigamos en el “sonsonete” perenne de que los hombres son malos y las mujeres sus víctimas, desde la plataforma de que no tenemos forma de superar ese viejo y absurdo paradigma. La única vez en esta vida que estuve más cerca de ser violada fue por un primo y no hubo violencia alguna. Sí hubo una voz BIEN CLARA que me susurró al oído: “NO VAYAS CON ÉL”. A mis tiernos veintitantos años no entendía que esa voz era MI INTUICIÓN protegiéndome. Así que, ¿era el primo degenerado responsable de mi situación o yo soy responsable por no haber sido proactiva, y al escuchar mi guía, desistir del paseo?

LOS SERES HUMANOS CREAMOS NUESTRA REALIDAD CON LA ACTIVIDAD DE NUESTRO PENSAMIENTO.

Tengo que reconocer que el área de más crecimiento para los seres humanos, no es el área profesional. Los seres humanos nos crecemos en nuestra interacción con los seres humanos. Al escuchar los discursos sobre la igualdad que exalta a unos y ofende a otros, pienso en los hombres que me traicionaron. La gran pregunta es: ¿Y yo, no he traicionado a nadie? ¿Yo soy tan santa en mi andar que nunca he herido a alguien? ¿A Jesús, lo traicionó su pareja? ¡Por Dios! ¡Basta con la cosa de los hombres y las mujeres!!! Vinimos al planeta a aprender amor y ¿adivina a que más? Vinimos a pagar deudas…

Hay situaciones que son inconcebibles, como los abusos contra los niños y aún así, debemos entender, que el marco de referencia Cósmico expande más allá del aprendizaje de nuestras vidas en este plano. Cada situación pasada que no se sana, se sigue transmitiendo vía energía o DNA, hasta que al fin alguien se levanta y detiene el círculo vicioso de la culpa, la violencia y el juego del Ego de hacer a todos allá afuera responsables de mi realidad. Alguien se levanta y sana sus heridas, perdona y comparte su historia y la rueda Kármica cambia su rumbo y velocidad. La fuerza que emana de la vulnerabilidad honesta y compasiva, es un agente de cambio poderoso que está accesible para cada ser que desea compartir su historia para sanar y no para echarle al mundo en la cara su “buche de sangre”, que es Ego culpando a otros por lo que te creaste y que aún deseas hacer responsables a otros.

Hay muchos hombres que me han herido en esta vida. Mi número de vida es 9 y ese número marca la vida en la que finalmente vienes a aprender las lecciones del AMOR. ¿Y qué me han enseñado todos estos magníficos maestros, sobre todo el último, que era el más espiritual de todos y me abandonó en medio de la catástrofe natural más grande de mi país?

APRENDÍ QUE EL AMOR DE MI VIDA SOY YO. YO SOY.  ¡¡GRACIAS!!

Si cada uno de estos maestros pasa por mi vida y yo no aprendo, no hago mi trabajo de sanación (desde el huracán María para acá trabajé con mi Coach y tres sanadores diferentes) y no perdono, me siguen repitiendo la lección. ¿Y por qué debo hacer a mis maestros responsables por lo que yo me he negado a hacer? Ah, bueno, el Ego quiere que la “garata” entre los hombres y las mujeres continúe… ¿Y por qué? Pues sencillo: porque la séptima Ley Universal, Ley de Generación, establece el balance del masculino y el femenino para la cocreación
de lo nuevo.  Para crear el mundo de Amor en el que todos queremos vivir, hay que amarse uno mismo y después al prójimo que te mandaron para recordarte  la importancia de establecer límites saludables en nuestras relaciones y abandonar las relaciones de maltrato, no a la décima señal de peligro, PERO A LA PRIMERA (a todos la vocesita nos alerta… y la gran mayoría de nosotros escoge no escuchar…). Perdonar no es sinónimo de reconciliar; PERDONAR es pausar para entender la experiencia, soltar el dolor y entrar en la PAZ. Perdonar es saldar la deuda KARMICA y cerrar ya esa cuenta de una vez y por todas.. 

¿Qué hacer? ¿Cuáles son los discursos que quiero ver manifestados en mi mundo? Bueno, creo que sería algo como esto:

“Hoy quiero hacer una pausa para honrar la grandeza de los hombres y mujeres del mundo que con sus relaciones disfuncionales me han mostrado como yo NO quiero ser. Gracias. Quiero honrar la valentía de los hombres y mujeres que han sido violados, maltratados y abusados, tanto por sus familiares como por sus parejas o por el sistema y han tenido la determinación de asumir con voluntad férrea las riendas de su sanación, sanando así al mundo por Ley de Correspondencia. Quiero reconocer el valor del encuentro con mis seres con quienes tengo deudas Kármicas y perdirles me perdonen si en esta vida, genuinamente no logré sanar lo que debíamos sanar. Mi mayor deseo era que eso ocurriera; sin embargo, si la relación se volvió tóxica y/o maltratante, debo proseguir a los espacios de Luz para poder enviarte desde allí lo que necesites para sanar o al menos, vivir feliz. Gracias a cada ser que asumió el rol del “malo o mala de la película” en mi vida, para que la Héroe en mí pudiese superar a la Víctima y desde esa experiencia de empoderamiento poder escribir estas letras. Finalmente, y usando la técnica hawaiana de Ho´oponopono, me perdono por todo el dolor de los hombres y las mujeres del mundo. Las mujeres han crecido mucho y se han superado grandemente… Confío en que el Amor despierte contundente y todos esos hermosos seres masculinos que aún no han descubierto su grandeza, sanen y re emerjan desde la convicción de que todos somos seres DIVINOS Y PERFECTOS, que es nuestra herencia Divina.”

Por ahí, más o menos, iría mi discurso…

Gregg estaba sentado en el banco de la parada de guagua en un día en el que la temperatura bajaría grandemente. Le ofrecí de mi china mandarina; el rehusó y muy amablemente, me ofreció de su vodka. Yo rehusé. Escuché compasivamente su historia y al final pregunté: “¿Gregg, tú te quieres sanar?” y de inmediato que contó que su jefe lo envió a un programa de rehabilitación. “No. No pregunté si quieres dejar de beber. Pregunté si quieres sanar el dolor que te hace beber.” Gregg respondió que sí. Pedí permiso para poner mi mano en su espalda, Chakra del Corazón, y acto seguido pregunté: “¿A quién tienes que perdonar? ¿A quién tienes que perdonar por todo este dolor?” Gregg bajó su cabeza y con la ayuda del Arcángel Rafael, comencé a mover aquel dolor del corazón de ese hombre, mientras, el seguía en silencio…  “Gregg, who do you need to FORGIVE!?” “I need to FORGIVE MYSELF”, fueron sus palabras. Su respuesta, aunque casi inaudible, resonó como un gran estruendo en un día de sol. Yo no me había perdonado a mi misma por haber amado y confiado en un hombre que me dijo que me amaba aunque al final demostrara lo contrario. Sollocé con Gregg. Entendí porqué había perdido la guagua ese día para encontrármelo en mi camino. Entendí que era lo que me faltaba sanar.. Entendí tantas cosas. La guagua llegó mientras le recordaba a Gregg su poder y el sonrío y me dio las gracias con unas bellas palabras.

Los Maestros están aquí. La gran pregunta es:
¿Ya estamos listos para sanar, perdonar, balancear y evolucionar?

Mi respuesta es: “¡ESTAMOS LISTOS!”