jueves, 22 de junio de 2017

EL BUDA EN VERANO


“Le pedí al Buda que me mostrara su esencia.
Hice silencio, y en el silencio
comprendí que el Buda somos todos…
todos los que compartimos una misma vibracion.”
Dianiluz


Nuestros ancestros inhalaban, ingerían y degustaban todo tipo de hierbas y brebajes para alcanzar estados alterados de consciencia. Yo medito. En el mes de junio el clan se une para recibir el solsticio de verano como de costumbre: círculo con tambores, Llama Violeta, ágape de alimentos y en esta ocasión, un invitado especial: el Buda.

Por supuesto, no fue casualidad que Amelia le pidiese a Julie Ann que se incluyese la figura del Buda en el ritual, justo cuando estaba yo hablando con ella. “Colócalo en un cojín,” sugirió amorosamente Julie. Hubo una mirada de complicidad y el Buda fue magníficamente colocado en su cojín dentro del círculo. Me senté casi alineada con él, casi… Bueno, eso fue hasta que Carmen se colocó en mi silla sin querer (enviada por el Maestro) y esa movida me colocó en el asiento más cercano a él…

Hacía unos meses que había pedido que la energía de los Avatares entrase en mí. Por favor, ni pregunten porqué hice eso. Siempre, por mi formación cristiana, he tenido muy presente la energía Crística. Jesús es mi maestro de Poder por excelencia y aunque tengo también muchas figuras del Buda en mi casa, no había exactamente comprendido “que hace el Buda” o como se siente tenerlo en mi energía. Sin embargo, cuando mi amada Gema me regaló una hermosa figura de él para mi cumpleaños, sabía que ya se iba acercando o tal vez, ya estaba aquí y yo no me había dado cuenta. Hoy era el día del encuentro decisivo…

Por alguna razón, éramos todas mujeres. No siempre es el caso. Siempre algún caballero se personifica a los rituales y crea balance, pero en esta ocasión el “caballero” era el Buda. Más que suficiente para hacer balance. Julie abrió el foro con un toque del gong; también un poco inusual… acto seguido, dio la bienvenida y nos hizo la invitación a encontrar un lugar en nuestra memoria en el que nos encontráramos en paz.. Yo quedé en blanco; nada llegaba… excepto un profundo deseo de contemplar y hacer silencio.. Estaba, tal vez, bajo el árbol de Bodhi, pero yo no lo sabía… Bodhi… que en sánscrito significa La Gran Mente.

Una por una, todas las mujeres, comenzaron a compartir esos momentos significativos de paz, que en ocasiones se bifurcaban con memorias de alegría. En su mayoría, eran escenas de lo cotidiano o  memorias felices de la niñez y yo, seguía sin ver nada. Entonces, habló Milagros. Ella no veía nada tampoco… vacío, oscuridad y de pronto: ¡EL BUDA! El silencio se me agolpaba en el pecho y de momento todas las historias se hicieron mías: los niños felices, las abuelas cocinando, las puestas de sol, las playas espejo, Schoenstatt, la memoria del abrazo del amante de Eileen, que me envío en segundos a los brazos del mío… en fin, algo que no entendía para nada estaba ocurriendo allí y yo, empecinada en quedarme en mi silencio.. Hasta que Carmen habló y entonces, mi momento de paz emergió del de ella, porque mi paz no es un lugar. Mi paz es una energía: mi paz es Jesús. Ella le llamó “El Amado” y supe al momento que compartíamos “amados” y que no era coincidencia alguna el que ella estuviese sentada a mi lado. Sus palabras no eran ella… era ÉL. De su discurso emanaba un Amor Universal indescriptible. Contó que, al igual que yo, no quería decir nada, sin embargo, lo que emanaba de su voz era una sabiduría extraordinaria, un amor superior, una Presencia… pura Presencia. Era Carmen, era Jesús, era el Buda… era TODO.

Y me llegó mi turno..

Yo era prácticamente la última; solo faltaban las Maestras. Ahora no era que no quería hablar… era que no podía… Lo primero que sentí fue una energía de gratitud de la que sobrepasa todo entendimiento, y que sinceramente, no siento, a ese nivel de intensidad, todos los días. Era como si yo pudiese sentirme parte de cada historia, de cada memoria, de cada emoción. Cada persona allí era yo y yo ella, y eso yo lo había experimentado con personas conocidas, ¡pero allí habían personas que ni tan siquiera conocía! Comencé a llorar; era una emoción que no podía contener. Cosa poco usual en mí; en público soy bastante centrada y fuerte. Entonces, las llevé a mi lugar: es un jardín con una magnífica Fuente, flores, mariposas… Hay una neblina con colores de arcoíris y un banco. Allí me siento con el “Amado” que es también amado de Carmen y de la Magdalena.. Mi lugar de paz no está en esta dimensión lineal de tiempo y espacio; pudiésemos decir que existe en el “no tiempo” y por eso no quería hablarlo, pero gracias a Milagros y su espacio “vacío”, me animé a invitarlas a todas a mi jardín. Cerré de nuevo en gratitud. Tomé la mano de Carmen; me dio paz. Allí también estaba en el jardín; sosteniendo las manos de Carmen …

Bodhisattva es un término del budismo significa bodhi “supremo conocimiento” y sattva “ser”. Me senté al lado del Buddha y él, a su vez, se sentó a mi lado y me complació. Me dejó ver quién es y cómo es su energía. Es silencio; es estar aquí y ahora, porque eso implica que, estamos en todos los tiempos y todos los espacios a la vez. Es un sentimiento de gratitud que todo lo abarca. Es haber vivido todas las vidas; por eso tanto énfasis en la reencarnación; porque no tiene el cuerpo que morir, cambiamos continuamente. Es la muerte y resurrección de Jesús. Al final, una hermosa joven Cristal (jóvenes Milenio de la Nueva Tierra) se sentó a mi lado y pude atisbar en su mirada al Buda. Serena, sabia, hermosa y muy, muy elevada. Compartiendo con mujeres que tal vez, doblaban su edad, desde un acercamiento de unidad extraordinario. El Buda.

Podría decirse que hoy atisbé el camino de la Iluminación; y digo atisbé porque todavía falta. Ahora, es solo un paso a la vez, y mucho, mucho silencio… Gracias Siddhartha por venir a mi encuentro; que tu serena Luz ilumine nuestros caminos y todos nuestros espacios de paz…


Namasté. 


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