El número cuarenta (40) marca el
final de un proceso de viaje, de una transformación. Los Israelitas caminaron cuarenta años por el
desierto antes de llegar a la Tierra Prometida y comenzar una nueva vida. Jesús caminó solo cuarenta días por el
desierto en preparación a la transformación que le llevó a su misión de
vida. Cada año, la Cuaresma nos ofrece
una oportunidad de transformación espiritual, mental y personal.
Tradicionalmente, la Iglesia
Católica celebra el comienzo de la Cuaresma con el ritual de las Cenizas, en
preparación para la Semana Mayor. Se
invita a las personas a hacer un “sacrificio” para honrar el proceso de
preparación. Algunas personas escogen no
beber alcohol, no fumar, no comer carne, chocolates o su comida favorita, no
usar palabras “obscenas”. En fin, las
personas a través del tiempo han visto la Cuaresma como un espacio de
abstinencia y/o penitencia. Las cenizas
representan el pecado del que serán redimidos luego de la Resurrección. Mi propuesta es ver las cenizas como el
residuo de lo que ya terminó, en preparación hacia comenzar lo nuevo.
En cierto momento de mi camino
espiritual, escogí hacer de la Cuaresma una oportunidad de apoderamiento y
profunda transformación. El primer paso
siempre ha sido escuchar. La misa es un
lugar maravilloso para escuchar hacia dónde debo dirigir mi intención
espiritual, sin embargo, nada como mi corazón, hablando a través de mi
intuición para entender la guía y ver claro el camino hacia la liberación. Al
fin y al cabo, es de lo que se trata todo el proceso; lograr el apoderamiento
sobre algún aspecto de nuestra vida con el cual no sentimos satisfacción.
Durante el año 2012, mi proceso
de Cuaresma fue dedicado a la intención de manifestar el peso ideal para mi
cuerpo. Durante cuarenta días, mi
enfoque principal fue a mi salud física.
Luego de activar el poder de la voluntad para lograr mantenerme
constante en mis ejercicios, cree una estrategia y la puse en un lugar donde
pudiese verla junto con la afirmación de poder y la meta. Hoy, quince libras más tarde y en mi peso
perfecto para mi edad y estatura, puedo dar testimonio de la fuerza que emerge
cuando combinamos los procesos naturales de transformación de las tradiciones
que conocemos con nuestro poder interior.
Más allá de haber alcanzado la meta, el gran logro ha sido mantenerme
sin tener que hacer mayor esfuerzo. Mi
cuerpo entendió lo que habíamos creado: el peso perfecto. Todo ha conspirado para mantenerlo, aun
cuando hace un año no hago ejercicios como los hacía al principio. Esto es genuina transformación y poder.
Conclusión: Crea tu vida. Crea tu Cuaresma. Crea tu propia religión. La “religión” es el término que se usa para
recordarnos que venimos a la experiencia humana, buscando continuamente
re-ligarnos a lo Divino. Desde ese lugar
de poder, todo es posible. La invitación
es a que crees tus propios rituales basados en las creencias y prácticas que te
funcionan a tí. No hay que pedir
permiso; no hay que pedir perdón. Para
resucitar a una nueva vida, solo hay que tomar acción.