martes, 23 de febrero de 2016

ME QUITO, NO ME QUITO, ME QUITO, NO ME QUITO

Cuando éramos niños, jugábamos a “Me quiere, no me quiere” mientras deshojábamos la flor. Aún, todos llevamos un niño por dentro al que hay que honrar, excepto que resolver los asuntos apremiantes del país no es asunto de juego.

En días recientes emerge una campaña en Puerto Rico, Yo no me quito, que según el periódico Metro, surge de un ciclista que asumió la consigna para mantener su rutina de ciclismo. La campaña ahora es viral. Sin embargo, su contra campaña no se hizo esperar: Yo si me quito. Esta vez, se trata de la historia de una mujer que tras perder su empleo y estar cuatro años desempleada, trata de levantar su negocio y la burocracia termina ahogándola más que el desempleo.

¿Me quito, no me quito? ¿Me quito o no me quito?

Cada cual tiene su propia repuesta porque cada ser humano es responsable de forjarse su camino. El camino de un colectivo, ya sea comunidad o país, se nutre de la fuerza, el optimismo, la resiliencia, la capacidad y el deseo de superación de cada individuo. Ciertamente, en la manifestación colectiva, todo lo que es el individuo juega un papel importante, sin embargo, pienso que ha llegado el día en que la falta de valores en nuestro país toma un protagonismo transcendental y antes de plantearnos medidas para resolver la economía, la salud o la seguridad es meritorio hacernos la gran pregunta:

¿SOY O NO SOY?

¿Qué valores nos definen? ¿Cómo los ponemos en práctica? ¿Entenderá la gente algún día que ese espejo del colectivo es el reflejo de su individualidad? Entonces, ¿por dónde empezamos? Pues hay que comenzar por definir valores, excepto que eso ya lo hemos hecho. Tenemos una idea de lo que son valores: amor, paz, bondad, responsabilidad, respeto, seguridad, benevolencia, libertad, honestidad, integridad, liderazgo, diversión, creatividad, belleza, poder, lealtad… ¿LEALTAD? Sí, La lealtad es un valor. Todos queremos lealtad. A las personas les fascina que sus parejas les sean leales, sin embargo, más allá de la relación pareja, la lealtad está lejos de ser un valor colectivo. Nuestra falta de práctica de valores se traduce en la manifestación de un espacio colectivo en el que muchos viven continuamente en un estado de “huir o luchar” y ambos estados son incorrectos, porque lo que todos los seres humanos desean son continuos estados de paz. La gran pregunta es: ¿De qué estamos huyendo o contra quién estamos luchando? La respuesta es simple: de nosotros y contra nosotros mismos.

La mujer que presenta la campaña de Yo si me quito fue víctima de sus propios compatriotas. No menciona a ningún estadounidense que le haya hecho la vida de cuadritos. No faltará quien vuelva con el sonsonete de “eso nos pasa porque somos colonia”, sin embargo, hoy me levanto para romper paradigmas y sacar de la oscuridad una verdad que muchos no quieren decir en voz alta: eso pasa porque para muchos en este país la maldad es un valor. Aquí hay mucha, mucha, mucha gente bondadosa que practica el valor del bien y la bondad, pero también hay muchas personas malvadas y la gran pregunta de nuevo es: ¿Y quién yo soy?

Miremos un ejemplo sencillo que representa un digno espejo de este dilema. Un grupo de personas muy buenas y trabajadoras de un museo traen a Puerto Rico una increíble exhibición: "El Impresionismo y el Caribe: Francisco Oller y su mundo transatlántico". Es tal vez la única oportunidad que tendrán muchos puertorriqueños que no tienen como viajar a París, de ver una colección de obras de esta magnitud. Allí hay obras de Oller, Cézane, Monet y Pissarro entre otros. ¿Y qué le falta a la exhibición? Pues nada más y nada menos que la joya de la corona, El Velorio de Francisco Oller. ¿Y porqué no prestó el Museo de Historia, antropología y arte de la Universidad de Puerto Rico la obra? Pues, ellos tendrán miles excusas y planteamientos  “válidos”, pero al final del día es por hacer daño; es por darle el gusto al ego, por jugar al “aquí mando yo” o cualquiera de las otras prácticas con las que los puertorriqueños nos hacemos la vida de cuadritos los unos a los otros y que solo demuestran maldad, porque la bondad trabaja en equipo, colabora y hace el bien. Al final del día esa es su obra y ellos hacen con ella como les plazca, aun cuando son solo los custodios porque la obra a quien verdaderamente pertenece es al pueblo. Eso también hay que respetarlo. Pero la gran pregunta aquí es: ¿Qué espera el Departamento de Educación para avalar una cátedra de arte como esta y que nuestros niños puedan aprender sin tener que viajar a Francia? Pues para esto sí que no hay explicación lógica, ni excusas, ni planteamientos pedagógicos más allá de que a alguien no le place dar el permiso.  No hay permiso para que los estudiantes de escuelas públicas vean esta maravilla, porque dentro del DNA de algunos puertorriqueños, hay una maldad intrínseca que se disfraza de ego, corrupción, criminalidad, en fin, póngale el nombre que guste, y que luego se traducirá en dolor para muchas personas en la medida en que no aceptemos este planteamiento para corregirlo.

La invitación es simple: ¡QUITESE DE LA MALDAD! Trabaje en equipo y deje de estar velando por lo suyo, y mientras, que los demás se fastidien.  No se robe la luz. Sea amable con la gente. Comparta de su comida. Cuide a sus familiares, en especial si están enfermos. Apoye lo nuestro. No trabaje solo por dinero; trabaje también por caridad. Cobre por su labor y done otra parte ya sea en tiempo o dinero. Antes de tirar la piedra al gobierno, mírese. Si oye que viene una ambulancia, ¡muévase! Si va a la iglesia y no es capaz de practicar lo que Jesús enseña, sea íntegro y quítese. Viva en libertad, pero sobre todo, sea buena persona. No tire basura a la calle. Ceda el paso. Déjele en la puerta una comprita al vecino si a usted le sobra. Seamos buenos… dejemos de insultar políticos y figuras públicas solo porque no queremos aceptar que nosotros los elegimos y que no tenemos los pantalones, como en otros países, de ir a la mansión del gobernador de turno y exigirle la renuncia. No culpe al gobierno por su comodidad y cobardía. Presente sus planteamientos con altura y sabiduría. Trabaje su frustración con su sicólogo. ¡No lo postee en Facebook! Deje de tomar Klonopin y demás calmantes como si fueran dulces y cerveza como si fuera agua. Maneje su frustración con ejercicios, pasatiempos y trabajo voluntario. ¡Seamos buenos con nosotros mismos y con los demás!


Cada persona sabe cuál es su camino. Si te quitas o no, no es ni tan siquiera un cuestionamiento de lealtad, es un llamado de consciencia. Escojamos ser buenos, íntegros, respetuosos, cooperadores, atentos, pacientes, generosos, leales al bien… No te quites del Amor, no importa a donde vayas, porque eso que siembras, será lo que más tarde recogerás.