viernes, 22 de mayo de 2015

MIS CONDOLENCIAS AL AMOR INCONDICIONAL

Ayer, finalmente, murió el amor incondicional. Puedo decir sin que me quede mucho por dentro que fue un momento de increíble felicidad.  Fue como si finalmente la gran puerta se hubiese abierto y al otro lado me hubiesen estado esperando para darme una ovación de pie de veinte minutos… ayer al fin nació el verdadero amor…

Interesantemente, hace unos meses se me otorgó el privilegio sagrado de anclar en la Tierra el amor incondicional por medio de una meditación que se originó en Monserrat, España y que concretamos en el Jardín Botánico de Río Piedras. Sin embargo, yo no estaba en ese lugar necesariamente por el amor incondicional. Antes de que se hubiese muerto, ya yo no creía en él. Yo estaba allí activando las almas y las llamas gemelas del planeta. Eso sí es algo por lo que vivo y creo.  Creo fervientemente en estas nuevas energías que despiertan y unifican almas más allá de lo que jamás hemos conocido. La unificación de las almas afines, gemelas y las llamas es mi nueva religión…

…porque religión viene de la palabra ligare, del idioma latín y significa unir. Por ende, “religar” significa reunir.  Mi trabajo en el Jardín Botánico fue activar las energías en mi país que reunirán a las almas con el propósito de que su reunificación, mediante el amor, aporte a la elevación vibracional del planeta. Realmente, ya esto lo había recibido al momento de escribir TOCANDO CIELO, sin embargo, el asunto del “amor incondicional” me seguía fastidiando la existencia.

Causalmente, paseando por el Jardín Botánico el otro día y conversando con un gran amigo, me confesó que quería vivir más en el amor incondicional. De inmediato, sentí como mi plexo solar se encogió como se encoje la cara de alguien que se chupa un limón y desde ahí salí con mi habitual respuesta: “Yo no siembro un árbol de limón, lo cuido, lo abono y lo podo para que en algún momento, quizás, me llegue una guanábana por otro lado. Cuando entro en la relación que sea, doy para recibir.” Y por ahí comenzó a abrirse la puerta… La “incondicionalidad” no es una Ley Universal; la Leyes de Correspondencia y Causa y Efecto  si lo son. Uno ama para ser correspondido. Amamos para recibir amor de vuelta de la persona a la que se está amando. A veces no es posible amar y que nos amen como nosotros quisiéramos, pero si alguien que amas, de manera alguna te maltrata, no es necesario amar “incondicionalmente”.  Es más bien hora de darse cuenta de que no has recibido el verdadero amor porque aún hay algo que falta…

Por lo regular lo que falta es amor propio. Ese que cuida de su ser, se cultiva y que sabe muy bien mandar bien lejos a quien no sabe valorarnos y respetarnos y más importante aún, nos falta entender cual realmente es el amor que buscamos… ¿Cuál es nuestra definición del amor? Porque eso que hayas definido en tu sistema, es exactamente lo que atraerás por Ley de Atracción.

Ayer le comentaba a otra amiga como el asunto de lo “incondicional” no me funcionaba para nada y que más bien, prefiero el amor “perfecto”. “Francamente, no conozco la mecánica de este amor a la “perfección”, le dije, “sin embargo, sé que no me toca a mí definirlo.”  Solo soy responsable de crearlo, activarlo, llamarlo y observar. Luego, ¡a recibir se ha dicho! Esta mañana fue el sepelio oficial del “amor incondicional” cuando leí la reflexión que mi amada Marilyn comparte generosa y diariamente. Lo que faltaba por abrirse de la puerta se explayó.

Era un mensaje de Rick Warren basado en 1 de Juan 4:18: “En el amor no hay temor, sino que el PERFECTO AMOR hecha fuera el temor…el que teme, no ha sido perfeccionado en el AMOR.” No me conformé con esto, aunque el grito de “¡eureka!”  se escuchó hasta en la caseta del guardia del condominio.  Realmente la cosa con la “incondicionalidad” es como lo que me ocurre con la “no violencia”. La palabra “no”, no cancela la vibración del significado de la palabra “violencia”. Igualmente, el prefijo “in”, no cancela la vibración de la palabra “condición” y cuando condicionamos, es porque estamos en los controles, en el temor, no en el amor. Ejemplo clásico de parejas: “necesito saber a cada minuto dónde estás”.

Busqué en la concordancia de mi Biblia versión Reina-Valera, las palabras AMAR Y PERFECCION. La palabra AMAR aparece (contado por esta servidora) en unas ciento veinticinco ocasiones a través de todo el texto. La palabra PERFECTO, que se une a los sinónimos completo y recto, se menciona aproximadamente cuarenta y seis veces. La palabra “incondicional” no aparece; entiéndase, no se menciona en la Biblia.

Finalmente, la palabra “incondicionalidad” no define a la Divinidad; a la Divinidad la define la palabra AMOR y eso me parece PERFECTO. Ayer murió el “amor incondicional” y hoy nació en mí el AMOR PERFECTO… Hoy nací de nuevo...