No, gracias, yo no soy Palestina, y por supuesto, tampoco soy Israel.
Para ser solidaria con una causa, identificarme con los que han perdido su
poder en una situación no me hace parte de la solución y mucho menos les envía
a los que sufren la energía de poder que necesitan para levantarse. Es por esto que escojo SER lo que evoque
seriamente a lo Divino. Desde esa
plataforma, entonces me reafirmo, en que la paz que quiero en el mundo empieza
por mí y desde mi centro de poder, categóricamente afirmo: YO SOY PAZ. Respeto el derecho de cada cual a ser lo que
quiera ser, sin embargo, YO SOY BIEN, YO SOY PAZ, YO SOY AMOR y si quiero ver
todo esto manifestado en mi entorno físico, no puedo desviar mi enfoque para
convertirme en otra cosa cada vez que algún conflicto en el planeta requiera de
mi apoyo y solidaridad.
La guerra entre Israel y
Palestina ha revolcado al planeta en más de una forma y por mucho, mucho tiempo.
Según cuenta la leyenda, este rompimiento entre naciones se remonta al momento
en que Sara le pide a su esposo Abraham, el patriarca del pueblo israelí, que eche al desierto a la sirvienta Agar y a
su hijo para que mueran. Al fin, Sara
había quedado embarazada y el hijo que tuvo Abraham con Agar (a sugerencia de
la propia Sara) ahora resultaba una amenaza. Lamentablemente, Sara no contaba con que la Divinidad está presente para todos en todo momento, y por
supuesto, Agar y su hijo lograron sobrevivir. Se dice que de aquí nace el mundo
árabe. Dicho esto, sea o no cierto, la
historia narra cambios dramáticos en las vidas de estas naciones a lo largo de
su trayectoria y desarrollo. Al momento,
vemos recrudecida la herida entre israelíes y palestinos, que en el 2008 se
había activado. Desde entonces, cientos de vidas continúan pagando el precio
del conflicto.
Mientras por un lado se nos activa la solidaridad, por
otro lado se activa la violencia, la victimización, la frustración, la
indignación y, con muy pocas excepciones, se activa la compasión, porque la
compasión requiere que se envíe paz a ambas partes envueltas en el conflicto.
¿Qué tal si entendemos que cada misil israelí es el dolor de esta nación
proyectado hacia sus vecinos? Entonces,
¿hay que sanar a Palestina o a Israel?
¡Ah! La divina práctica de la compasión…
Para sanar un conflicto, debemos sanar a todas las partes envueltas, no
a una sola. ¿Qué podemos hacer para SER la paz en el mundo? Miremos aquí varias opciones vistas a través
de las Leyes Universales y su práctica:
Ø
Ley de Mentalismo (establece que todo es Mente)- Nuestra mente
crea nuestro entorno. Así que nos guste
o no esa verdad, esa y todas las guerras, las creamos todos nosotros. Las palabras YO SOY son, tal vez, las palabras
más poderosas del planeta y aprendí que al utilizarlas debemos hacerlo con
sabiduría, ya que estas palabras activan mundos inimaginables. La primera práctica sabia sería observar con
detenimiento qué palabras ponemos justo al lado de la más poderosa afirmación
del Universo: YO SOY. Porque si escoges
ser Palestina, eso está muy bien, pero estas escogiendo estar oprimido, en
guerra, en dolor, en miedo y en medio de un ataque. Si esa idea te provoca temor, pues eso es lo
que le enviarás a los hermanos palestinos.
Si por el contrario, te visualizas a ti mismo/a como paz, entonces tu
paz les llegará a todos.
Ø
Ley de Correspondencia (como es arriba es abajo)
– Observa tu vida y mira a ver si hay paz en tus relaciones. ¿Amas a los que
difieren de ti o los atacas? ¿Haces trabajo voluntario? ¿Discriminas contra
personas por su nacionalidad, orientación sexual, creencias? Por
correspondencia, las acciones para apoyar la paz repercuten, como repercute por
los mismos medios la violencia. Toma
acción y crea la paz con alguien a quien que sabes que te ha herido, no porque
merezca o no tu perdón, sino porque has comprendido que su acción negativa no
es otra cosa que su dolor compartido contigo, en vez de su amor. Por
correspondencia, la compasión se expandirá por el mundo.
Ø
Ley de Causa y Efecto (Karma) – Todas nuestras
acciones se multiplican energéticamente y regresan a nosotros multiplicadas.
Así es con las personas, e igualmente, así es con los pueblos. Una herramienta poderosa para sanar y limpiar karma es la
práctica hawaiana del Ho’oponopono por que trasciende el momento presente y
llega a sanar hasta un nivel sub consciente.
Esta poderosa, pero sencilla técnica, consiste en enfocar nuestra mente
en la persona o situación que deseamos sanar y repetir las siguientes palabras:
TE PERDONO – ME PERDONO – LO SIENTO
– TE AMO – GRACIAS
(Repetir cuantas veces sea
necesario)
Ø
Ley de Vibración (todo es vibración) - Si
enviamos vibras de miedo a algún lugar eso se recibe. Si se envían vibras de amor, eso se recibe
igual. Cada vez que ponemos imágenes de
muertos en Facebook o maldecimos a cualquier parte del conflicto, somos parte
de la vibración de eso que llamamos GUERRA. Para ser PAZ, puedes utilizar
técnicas de oración, bendecir a todas las partes envueltas, visualizar luz
sobre toda la región, colocar una lámina de la región y un símbolo de paz sobre
ella, en fin, puedes enviar vibras de paz a cualquier conflicto, y serán muy
efectivas si estas amando a todas las partes envueltas, sin juicio.
¿Por qué no hay más paz en el
mundo? Podríamos decir que aún nuestros
egos son la parte dominante o podríamos decir que el amor no se expresa lo
suficiente. Sin embargo la pregunta más importante es la siguiente: ¿Realmente
no existe la paz mundial? En el año
2012, de los aproximados doscientos (200) países que existen en el mundo, solo
dieciocho (18) estaban en guerra. Por lo
tanto, ¡SÍ SOMOS PAZ!, y si continuamos
afirmando esto con poder, tanto con palabras como acciones, muy pronto
reduciremos a cero (0) los países en guerra. Para lograr esto, todos debemos afirmar
la PAZ y practicarla hasta que la intolerancia y el miedo que producen las guerras
desaparezcan. Otras preguntas guía podrían
ser: ¿Dónde estoy yo con mi paz? ¿Estoy
practicando el respeto y la tolerancia? ¿Practico la gratitud? ¿Por mi boca
salen flores o misiles?
Finalmente, mi afirmación
personal para la paz mundial es YO SOY DIOS.
Aunque esta afirmación es suficiente para activar misiles energéticos
hacia mí de parte de quienes aún viven una vida desapoderada, no voy a guardar
silencio ante mi verdad. Tengo que
seguir afirmando lo que quiero ver, hasta que mi pensamiento de bienestar se
manifieste en todos mis asuntos y de ahí repercuta en expansión hacia el resto
del planeta. Cuando claudicamos al miedo, esta verdad se convierte en la verdad
de todos, si es que Dios es sinónimo de todo lo bueno, porque no podemos obviar
el hecho de que se han cometido horrores en el nombre de todas las divinidades
habidas y por haber. Si no crees en
Dios, tal vez creas en el bien, en el amor, en la bondad y, por supuesto, en la
paz. Si nos convertimos fielmente en
todo esto, mis amados seres de luz, podremos tener la seguridad de que
extinguiremos todas las guerras sin siquiera tener que llegar a ese lugar
físicamente. Nuestra mente crea nuestro mundo,
sin embargo, si nos empeñamos en ser víctimas en vez de luz y poder, nos
seguirán dando guerras para practicar la
paz, para ver si algún día logramos graduarnos de verdad…
En paz conmigo y con todos; estoy en paz.