Despertamos, abrimos los ojos y
respiramos… seguimos vivos… ¿Próximo? Algunos se estiran y al pensar en el día
que les espera, se les dibuja una enorme sonrisa en el rostro. Otros vuelven a
cerrar los ojos, se enrollan en las frisas y ruegan con todo su ser porque no
tengan que salir de su cama para enfrentar esa vida de nuevo. ¿Cuándo es el
tiempo de saltar? Pues, es cuando te
levantas como la segunda persona todos, todos, todos los días…
Hay dos tipos de saltos: saltos
al vacío y saltos de Fe. Solo los saltos
de Fe te aseguran que al final del camino encontrarás una mejor vida, sino te
das por vencido en el proceso. Los
saltos de Fe requieren mucha valentía y no se nos ha enseñado a ser fuertes y
valientes; se nos enseñó a ser cobardes.
Hay que tenerle miedo a la oscuridad, los extraños, a los idiomas
diferentes al tuyo, a Dios, al diablo, a las mujeres, a los hombres, en fin,
nos enseñan a tenerle miedo a todo. Al
crecer, ese miedo expande, como todo en el Universo. En algunas personas se convierte en fobias,
ansiedad, en otros se convierte en una hostilidad y violencia que luego se
vierte contra sus semejantes. ¿Qué otra cosa es una persona maltratante? Es un
ser humano lleno de miedos. Tratamos entonces
de apaciguar con alcohol, drogas, televisión, Internet o nos pegamos
desesperadamente de alguna relación, ideología o religión. Sin embargo, la
pregunta se sostiene: ¿cómo despiertas por la mañana? ¿Es tiempo ya de
saltar?
El dar un salto de Fe en pos de una
vida feliz, no es un escape: es un llamado del alma. Cuando ya sabemos que debemos tomar acción
sobre algo que no funciona en nuestra vida, hay que saber que las decisiones
sabias se toman en medio de momentos de paz y no como consecuencia de un
momento de coraje. Todos sabemos que es
lo que no funciona, lo que nos drena, lo que nos deprime… lo que a veces no
sabemos es cómo comenzar a cambiarlo.
En el caso de
situaciones tales como adicciones y depresiones, hay que pedir ayuda a
familiares y profesionales del campo de la salud. Los psiquiatras, psicólogos,
consejeros y coaches, estamos para apoyar y cuando la sanación del cliente no
está en nuestras manos, los referimos.
En el caso de un trabajo que no nos satisface, una relación drenante o
maltratante o sencillamente, un estado de salud que no queremos tener más, lo
primero es decidir que merecemos algo mejor. Sin auto estima no pueden haber
cambios sostenibles. En cuanto decides que mereces un mejor empleo, remuneración,
casa, pareja o salud, el Universo acata de inmediato tu orden de cambio. Lo próximo es comenzar a fortalecernos
interiormente. Vencer los pensamientos saboteadores, buscar apoyo de seres
afines que te amen, buscar opciones para hacer un plan real, paso a paso, en
fin, movernos de la inercia que comienza cuando abres los ojos en la mañana.
Cuando el salto de Fe es hacia el
cumplimiento de nuestra misión, entonces podemos felizmente confiar en que todo
se moverá en la dirección del éxito.
Cuando hacemos lo que amamos y ponemos todo nuestro corazón en la
encomienda, por Ley de Causa y Efecto, comenzamos a recibir tesoros de vuelta,
incluyendo en ocasiones a nuestras almas y llamas gemelas. Toma tiempo aclarar
y establecer un plan para movernos al éxito deseado y a la vida feliz. Sin embargo, el mismo tiempo que inviertes en
quejarte y llorar tu “infortunio” (creado por tu Mente y tus propias decisiones)
puede ser invertido en tu mejoramiento personal, educación y feliz
progreso. Se requiere un primer paso:
uno solo. Por lo regular, tu alma te guiará
y sabrás por la sincronía: llegas al lugar correcto, recibes la información que
buscas, conoces a una persona que puede ayudar, en fin, el Universo te abrirá
la puerta. Entonces, a ti te toca reforzar
el músculo de la valentía y dar el primer paso…
Si ya no estas vibrando en el
miedo y el fracaso, caminarás confiando hacia el lugar en donde recibirás la más
grande recompensa: una vida feliz y en paz.