Recientemente tuve la oportunidad
de visitar el Museo Casa Escuté en Carolina para disfrutar la exhibición Noche de Paz, Arte de Paz,
magistralmente curada por mi querido padre adoptivo, Macho Rivera. En dicha colección, un virtuoso de nombre
Angel y apellido Cora, por supuesto, pintó una escena que me dejó,
literalmente, sin aire. La pintura era
una extraordinaria representación de María, José y el niño Jesús en el pesebre. Te preguntarás: “¿Y eso que tiene de nuevo?” Pues te diré que la novedad de la obra es que
Jesús está acabado de nacer; aún con el cordón umbilical adherido. ¡Impresionante! El artista logra llevarnos al instante mismo
del parto, permitiéndonos sentir toda la
emoción del momento.
El viaje a Belén provocado por
este pintor fue tal, que también provocó esta reflexión. Por primera vez en mi vida, me ví en
María. Me la imaginaba, cansada,
adolorida con contracciones y en un lugar extraño pidiendo posada. La
imagino pensando: “Si llevo al hijo de Dios, de seguro me tienen preparada una “suite”
en el mesón. Algo “VIP” con toallas
limpias, agua caliente y definitivamente un moisés espectacular para colocar a
mi bebé.” Supongo que esta visión la
mantuvo positivamente enfocada en medio de la aceleración de las contracciones…
hasta que les dijeron que no había posada en el mesón. “Ah, Orden Divino, Dios debe tenernos
preparado un lugar especial en la casa de alguien, que sin duda, al verme con
esta barriga y con la cara de “por ahí viene el bebé” nos albergará de inmediato.”
Pero nada; eso no ocurrió. Les dieron un
pesebre. Y ahí nació su bebé, y según la
pintura que ví, ambos estaban más que felices. Su alegría y gratitud por su bebé hermoso y
sano convirtió el pesebre en una “suite” real.
En la vida llegarán momentos en
los cuales no podemos entender los designios Divinos de forma alguna. Algo que debería resolverse con relativa
facilidad, a veces no da muestras inmediatas de mejoría. Sin embargo, la clave está en seguir
confiando en que el mayor bien se manifestará.
¿Se imaginan al bello niño naciendo en un mesón lleno de gente
alborotada y desinteresada en lo que estaba ocurriendo? El niño nació en Paz. La tranquilidad del pesebre les permitió a
María y a José experimentar la Presencia Divina en el silencio de la
noche. El friíto les debe haber
provocado acurrucarse muy cerquita para calentarse juntos, mientras el bebé se
alimentaba y ellos juntos, unidos, lo protegían. ¿Imaginan el amor???
En esta Navidad, mi regalo para tí
es perfección. En cada momento que nos
toca vivir, está inherentemente presente, la perfección Divina…. el Orden
Divino…. En esta Navidad, quiero dejar
bajo tu árbol la certeza del Bien. Aún
cuando no puedas ver en el momento la bendición de una experiencia, detente,
respira y afirma “hágase la Luz”. Con
paciencia, podrás ver la magia de la Verdad revelarse ante tus ojos, contenida
en esta Verdad, está la Paz. ¡Feliz
Navidad! Que tu nuevo año 2013 te traiga
milagros de Gracia en cada experiencia de tu vida y que sea la Paz del pesebre
dentro de tu corazón tu mayor tesoro… hoy y siempre. Gracias por tu lectura y sintonía. ¡Noche de Paz!!!