Esta es la fábula: Erase un
pastor que pastoreaba sus ovejas y para estar mas seguro, portaba un
revolver en el cinto. No lo aprendió de
su maestro, el Buen Pastor, pero se decía: “Más sabe el diablo por viejo que
por diablo. En los tiempos del Cristo, no había tanta criminalidad.” Dicho esto, un buen día el ladrón llegó a su
puerta y sin encomendarse a nadie, le disparó.
Moraleja: Crea en usted y en lo
que pueda llevar en el cinto. Al Cristo
lo dejamos para los domingos.
Todas las fábulas llevan una
moraleja, sin la moraleja no hay fábula.
Por lo regular, las fábulas son historias que protagonizan animales. Bueno, es por eso que en esta reflexión le
incluimos ovejitas. Es bueno reflexionar
sobre estas situaciones complejas que se presentan en la vida, precisamente
para que aprendamos a hacer nuestras fábulas fabulosas historias que contengan
moralejas con moral.
Recientemente un reverendo sufrió
un asalto y se defendió a tiro limpio.
Otro pastor, creyente comprometido igualmente con la violencia,
insultó a los Cristianos que no se sepan defender. Un colega en Facebook indicó con prontitud
que, y cito: “el hecho de que uno sea Cristiano no significa que uno se deba
dejar matar.” A riesgo de reventar por
el silencio que usualmente guardo ante este tipo de controversias, respondí con
el debido respeto: “Hermano, la palabra Cristiano viene de Cristo, quién
precisamente trascendió 2,000 años porque se dejó matar.”
Ciertamente, creo que Jesús tuvo
varias opciones además de sentarse en un huerto del Getsemaní a esperar por los
verdugos. Entre ellas se me ocurre que
pudo defenderse a espadazo limpio, huir con sus discípulos y seguidores a
Egipto o aliarse con Poncio curándole alguna que otra verruguita para así
ganárselo y zafarse de la cruz. Pero no;
el Cristo vivía a la altura de sus preceptos y aceptó su destino con integridad
y dignidad. Me pregunto cuantos
Cristianos viven conscientes de que adoran a un individuo que escogió morir a
los treinta y tres años. Alguien que muy
bien pudo haber escogido defenderse... pero no lo hizo.
Muchas personas siguen todo tipo
de líderes incondicionalmente y jamás osarían cuestionarles absolutamente nada. Dicen creer en filosofías que nunca han
estudiado porque les basta con que otros se las cuenten. A la hora de la prueba, sacan la pistola, la
mentira, no contestan el celular, se esconden y son incapaces de poner de
frente a ellos su filosofía y valores como arma de defensa. Claro está, no descartemos las Leyes y con
esto me refiero a las verdaderas leyes; las Leyes Universales. Si te compras una pistola porque te van a
asaltar, la Ley de Atracción gustosamente te proveerá el asalto. Si compras el seguro para el cáncer, el
cáncer no tardara en llegar, pues viene con el paquete de beneficios. El miedo es un imán. Si lo piensas, lo atraes.
Sin embargo, esta no es la
moraleja con que quiero dejarlos hoy. La
moraleja de esta reflexión te toca a ti escribirla. Solo te doy una clave para comenzar: INTEGRIDAD. Si tus creencias no están alineadas con tus acciones
esto crea un desbalance que, créelo o no, afecta la calidad de tu vida y hasta
podría afectar tu salud. Si llevas una
práctica porque tus padres lo hicieron, y antes que ellos los abuelos, bisa
abuelos y tátara abuelos y por ahí sigue la cosa de nunca pensar, formar tu
propia opinión, cuestionar si en realidad estos pensamientos te funcionan o no,
te invito a que en este gran proceso de cambios que vivimos, hagas una pausa
para pensar y sentir.
La próxima vez que llegues a tu
lugar de reunión, observa tu cuerpo.
Cuando tu vibración no está en concordancia con un espacio o un grupo de
personas, hay disonancia. Te sientes con
molestias, mal humor y hasta ansiedad.
Ocurre muy comúnmente en lugares de trabajo cuando las personas difieren
de nuestros principios o cuando estamos ignorando un llamado a cumplir con un
propósito de bienestar colectivo. También
podría ocurrir en las iglesias cuando un despertar en conciencia te revela que
para estar en unidad con la Divinidad, los intermediarios salen sobrando. Si por el contrario, te sientes bien y feliz
donde quiera que estés, ese es tu indicador de que estás en el lugar correcto.
La invitación de hoy es a la
introspección honesta, sin juicio y sin hacer responsable a nadie por los
pensamientos que hoy en día albergas. Evalúa
con clara determinación si esta filosofía que sigues, genuinamente, te
sostendría en una prueba y hace tu vida más feliz. Habla con otras personas sobre el tema y
explora nuevas formas de pensar. No
tienes que adoptar ninguna, sin embargo, es saludable explorar varias
filosofías. La libertad comienza con un
paso sólido en el camino de la integridad y la aceptación personal. Camina libre, vive en integridad y vence los
miedos con la Verdad. ¿Qué Verdad? Esa misma… la que cuando la piensas te hace
sentir libre y feliz. ¡Bendiciones!
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