Hoy fue un día histórico en Puerto Rico. La mayoría de nuestros representantes
gubernamentales en el Senado dieron su voto a favor de la equidad. Hoy se aprobó la medida que respalda la
igualdad de derechos para todas las personas, erradicando el discrimen en el
empleo por identidad de género u orientación sexual. Hoy se dio un paso decisivo en el camino que
nos lleva a manifestarnos como una sociedad tolerante, respetuosa e
integra. ¿Y por qué íntegra? Porque si
históricamente hemos identificado a nuestro país como uno que acoge las
enseñanzas del Cristianismo, entonces, debemos practicar las mismas para que nuestras
ideologías sean cónsonas con nuestras prácticas: INTEGRIDAD.
La integridad conlleva, además, la acción de integrar. Si somos íntegros es porque hay una
unificación. Esa unificación interior,
repercute en lo externo como un llamado a la unidad entre todos los seres y por
ende, nos integramos. La integridad nos da fortaleza. Nada que este dividido contra sí mismo se
sostiene. La integración de todos los
sectores de la sociedad nos hace una colectividad poderosa. Nuestro poder colectivo nos permite
manifestar bienestar para todos los que aquí viven y comparten el terruño. En la medida en que todos los miembros de la
sociedad se sienten acogidos, integrados, protegidos y apreciados, nos
civilizamos. De lo contrario,
degeneramos y retrocedemos en nuestro camino evolutivo.
Hoy Puerto Rico evolucionó.
Aun cuando casi la mitad del Senado votó en contra de la medida, la
mayoría estableció un precedente evolutivo.
Nuestra conciencia colectiva camina en pos de un estado civilizado de co
existencia pacífica y sobre todo, amorosa.
Hoy practicamos las enseñanzas del gran Maestro cuando extendió la
invitación a amar al prójimo como a nosotros mismos. Hoy dijimos: “Sí, les amamos. Queremos su felicidad como queremos la
nuestra. Su bienestar es tan importante
como el nuestro. Hoy les amamos con
nuestras acciones.” Hoy dejamos saber que atrás quedan las
fobias, las discriminaciones y el temor a compartir con alguien que no es igual
a mí pero que sí es como yo: humano.
Volvemos al sueño de Luther King Jr. cuando imagina el día en que los
seres sean juzgados por el contenido de su carácter y punto.
Hoy aplaudo a Puerto Rico y me aplaudo a mí misma. Mis creencias y práctica de las enseñanzas de
Jesús, Luther King Jr. y de mis padres hoy se convierten en paz para todas las
personas con una orientación sexual diferente a la de la mayoría, pero no menos
importante. Hoy amo a los otros como
mismo quiero que ellos me amen a mí y celebro la equidad para que la práctica indiscriminada
del bien siga siendo la consigna. !Enhorabuena!