Las nuevas Eras son, ciertamente,
como una impresionante aventura. Algo
así como Cristóbal Colón lanzándose hacia lo desconocido. Ante la incertidumbre de transitar hacia un
rumbo incierto, pero claramente abierto ante nuestros pies, tener un gurú, como
Colón tenía un astrolabio para buscar su luz en medio de las estrellas, es
recomendable. Los Musulmanes usaban el
astrolabio para guiarse hacia la Meca.
Tal vez, si los vendieran ahora en alguna mega/tienda con algún aditamento
tecnológico añadido que nos llevara siempre por el camino correcto hacia la
meta deseada, sería más fácil abrirse el paso en este mar desconocido llamado
vida. A falta de astrolabio, benditos sean los gurus del mundo.
Uno de mis gurus, he sido
bendecida con la amistad de varios sabios en mi camino, me compartió
recientemente su teoría del “Dios Mágico”.
De primera intención, me reí a carcajadas, y aclaro que para nada le
estuvo malo. Mi gurú vive convencido de
que no hay tal dios, por lo tanto, su Dios es más “Lógico que Mágico”. Según él, todo tiene una explicación lógica; si
te dedicas a buscarla, la encuentras. Sin embargo, una de las nuevas ERAticas modalidades personales que he asumido con la
llegada de la Era Acuariana es la de no tomar nada por sentado. Siendo así, no me quedó otra que comenzar a
cuestionarme para ver si mi Dios era mágico o no.
Otro interesante reto fue cuando
otro gurú me invitó a revisar mis fundamentos.
Descubrí que requiere gran valentía cuestionar mis fundamentos, sea lo
que estos sean. Fundamentos…. Palabra que ciertamente se vuelve dilema si
luego de creer ciegamente en un solo Dios decides que no debería haber tal cosa
como la pluralidad de la existencia. ¿Cuántos fundamentos realmente se
necesitan? Se suponía que Dios, bien
absoluto, fuese el único fundamento y que su existencia no fuese necesariamente
objeto de discusión. Eso es solo hasta
que aparece el gurú del Dios Mágico y se junta en mi cabeza con el gurú ateo
que dice que cuestionarse los fundamentos es saludable y es algo que debe hacerse
continuamente. El gurú ateo está convencido de que no hay un Dios, pero
continuamente lo está nombrando. Casi me
atrevería a apostar a que lo nombra todos los días; por lo regular para tomar
su nombre en vano, pero lo nombra.
Igualmente, imagino una Divinidad inofensible y agradecida de que su
hijo favorito le nombre cada día.
Al final de la jornada, mi única
convicción, aprendida de todos estos amados gurús que pululan por mis días, es
que amarlo todo da un poco de trabajo.
Mirar con objetividad todos los seres, sus pensamientos y ser abiertos a
amar a todos tal y como son, requiere dedicación y amorosa atención. Y…. ¿vale la pena? Absolutamente. Cada ser que comparte tu vida representa una
parte de ti: la luz, la oscuridad, la belleza, la duda, la fuerza, el
miedo. Todo lo que está en nuestra experiencia es
creado por nosotros para ser mirado, cuestionado, admirado o desechado. Lo que funciona se queda, lo que no, se deja
a un lado. El mejor astrolabio es el
Amor y su norte es siempre la Felicidad.
Simplemente, confía y déjate guiar…… ¡Bendiciones y buen viaje!!!
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