En días recientes tuve la oportunidad de escuchar la
siguiente aseveración: “Le tengo miedo a los aviones”. Acto seguido le pregunté a la joven: “¿Estás
segura de que a lo que le tienes miedo es al
avión?” Se quedó pensativa por unos
segundos y con un dejo de iluminación acertó: “¡No! A lo que le temo es a la
muerte”. Como coach, es mi
responsabilidad clarificar para que las personas logren un apoderamiento
genuino. El temor u obstáculo debe ser debidamente
identificado para que logremos superarlo. La validación a tal acto de valentía fue la
siguiente: “Bienvenida al club; ahi estamos casi todos”.
He recibido información de varias personas, y a través de las
redes sociales, sobre una posible (a la que prefiero describir como imposible y
cancelada) catástrofe, para la cual, aseguran algunos, se preparan los
gobiernos. Se comenta sobre un posible
meteoro y sus efectos. Escuché, además,
sobre la posibilidad de un gran terremoto, el cual también descarto. ¡Qué necesidad tan
innecesaria de propagar la cultura del miedo, la cual es, precisamente, nuestra
causa primordial de pérdida de poder!
Sin duda, la prudencia de prepararnos para cualquier eventualidad
catastrófica es beneficiosa, sin embargo, ¿Cuál es la preparación real que
debemos llevar a cabo para proteger al planeta?
Pues en mi calidad de coach de apoderamiento, puedo sugerir varias
alternativas:
Ø Si el poder de nuestro pensamiento
crea nuestra realidad, según la Ley de Atracción, pues comencemos por dejar de pensar
en lo que no queremos ver manifestado.
Visualicemos al planeta protegido; fluyendo en perfecto orden con todos
los demás. Agradezca y cuide su
planeta. Envíe ondas de armonía al Universo y
sosténgalas con su pensamiento y ejemplo de vida. Viva en paz;
no choque con nadie…
Ø Si usted cree firmemente que a los
seres humanos se nos dio la potestad sobre todo lo creado, entonces, desvíe
cualquier cosa que no sea amor, tanto fuera del planeta, como fuera de su vida.
Pídale al planeta Tierra que haga sus
cambios suavemente, en paz y con orden.
Ø Ame.
Perdone. Practique la compasión y
el buen trato. Todas las lecciones de
amor y tolerancia que generamos como especie nos llegan porque necesitamos
saludar más a los vecinos, abrir puertas para extraños, pedir perdón a los que
amamos, reanudar votos y lazos rotos, en fin, amar más. Las situaciones de reto afloran nuestra
capacidad natural de amar y ayudar, así que si lo hacemos sin el incentivo
desagradable de una catástrofe, vivimos vidas más felices.
Ø Finalmente, no hay muerte. Solo la transformación de nuestros cuerpos
físicos de vuelta a su estado original puro de energía. Si la idea de la muerte le aterra al punto
que le hace perder su paz, busque ayuda. Entienda de donde viene el temor y encuentre
el pensamiento feliz que le permita asimilar la muerte como un cambio más
como muchos otros que ya ha vivido y superado a través de su experiencia
humana.
Creamos las vidas que tenemos a través de la acción de
nuestro pensamiento; tanto colectiva como individualmente. La invitación es a la prudencia, a pensar en
la paz. Invitamos a evitar contagiar a
otros con pánicos basados en especulaciones, que si es cierto que podrían tener
una sólida base científica, la verdad es que la desconocemos puesto que no
existe ninguna declaración oficial. Si
los mayas anunciaron un “final” y no ocurrió, dejemos de seguir afirmando lo
que no queremos. ¿Cuántas veces más
necesitamos que se nos enseñe la lección?
Sé amor, comparte amor y arregla todo lo que no funciona en todas tus
relaciones. Así es que se protege a un
planeta; viviendo en el amor.