Cuando mi hija Melina Alegría nació,
en la sala de parto le pusieron un pacificador, mejor conocido como un bobo. A penas tomaba su primera bocanada de aire y
ya había alguien dispuesto a taparle la boca. Nada de boba tenía Melina, así que escupió el
bobo. Trataron nuevamente y sin chistar
lo volvió a escupir. Ciertamente, las
personas que trabajaban en ese hospital desconocían el hecho de que Melina
sería actriz, oradora y que había nacido para manifestar su ser a través de su
voz. En nuestras vidas, en muchas ocasiones, muchos
tratan de taparnos la boca, controlarnos o simplemente denigrarnos como un
mecanismo de defensa. Cuando reconocemos
que hemos abdicado nuestro poder ante las manipulaciones o los controles de los
demás, ¿qué podemos hacer?
Lo primero es reconocer la
emoción que te deja saber que estás en una relación o situación en la cual tu
poder está siendo comprometido. La
emoción que identifica esta situación ha estado contigo desde que naciste, sin
embargo, quizás, no la has sabido identificar.
La emoción de la que hablamos es el miedo. Cuando sentimos temor, no estamos siendo
débiles, estamos siendo alertados hacia una situación que nos presenta una
amenaza. El miedo es la alarma que nos
dice que debemos preparar los sentidos para tomar acción. La debilidad consiste en abdicar nuestro
poder y no hacer nada al respecto, porque en ocasiones, preferimos que nos
maltraten a que nos juzguen, porque si nos apoderamos ¿qué van a pensar de mí? Aceptamos relaciones menos que deseables con
tal de no estar solos, cuando en realidad, estar en compañía de quien no te ama
y te valora es la peor soledad. Al
comenzar a tomar pasos hacia el poder, nos sentimos seguros, aptos, adecuados y
eso precisamente, es lo que atraerá más bienestar hacia ti. Las personas que estén vibrando con tu nueva
forma de ser y de pensar vendrán a reemplazar a aquellos que no deseen
establecer relaciones saludables y por ende, terminen saliendo de tu vida.
Cuando hemos estado por tanto
tiempo en el camino de la opresión y la víctima, el tomar las riendas de nuestras
vidas puede parecer una tarea ardua, pero en realidad no lo es. Ciertamente, puede ser tan fácil como escupir
un bobo y esto es así porque en el
momento en que te levantas ante tu opresor/a y le dices: “Un momento, hasta aquí llegamos”,
estableciendo límites saludables, las personas maltratantes se
mueven a buscar una nueva víctima porque no lo pueden manejar. Quien haya estado nutriéndose de tu poder, al
tú retomarlo, queda con la necesidad de alimentarse del poder de otros. Cuando las personas que pretenden
controlarnos son parte de nuestro entorno familiar, lo correcto es presentar la
opción de una conversación honesta de corazón a corazón donde las personas
hablen de sus sentimientos y no de
sus pensamientos. En los pensamientos se encuentra el diálogo
del ego; en los sentimientos se encuentran los argumentos del amor y el amor
siempre gana.
La invitación de hoy es al
poder. Debemos crear límites claros de
respeto en todas nuestras interacciones y esto siempre debe hacerse desde la
paz. Es importante retomar el concepto
del HONOR y crear lazos honorables con
aquellos que amamos y sobre todo, es vital identificar las instituciones y/o
relaciones en tu vida a las que temes confrontar. Paso a paso, tomando acción y cambiando
actitudes del miedo hacia el amor, tu círculo se convertirá en uno de puro gozo
y alegría y las personas que te despojaban de tu poder serán cosa del
pasado.
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