miércoles, 25 de septiembre de 2013

Repelente para meteoritos y otras IMPOSIBLES calamidades


En días recientes tuve la oportunidad de escuchar la siguiente aseveración: “Le tengo miedo a los aviones”.  Acto seguido le pregunté a la joven: “¿Estás segura de que a lo que le tienes miedo es al avión?”  Se quedó pensativa por unos segundos y con un dejo de iluminación acertó: “¡No! A lo que le temo es a la muerte”.  Como coach, es mi responsabilidad clarificar para que las personas logren un apoderamiento genuino.  El temor u obstáculo debe ser debidamente identificado para que  logremos superarlo.  La validación a tal acto de valentía fue la siguiente: “Bienvenida al club; ahi estamos casi todos”. 

He recibido información de varias personas, y a través de las redes sociales, sobre una posible (a la que prefiero describir como imposible y cancelada) catástrofe, para la cual, aseguran algunos, se preparan los gobiernos.  Se comenta sobre un posible meteoro y sus efectos.  Escuché, además, sobre la posibilidad de un gran terremoto, el cual también descarto.  ¡Qué necesidad tan innecesaria de propagar la cultura del miedo, la cual es, precisamente, nuestra causa primordial de pérdida de poder!

Sin duda, la prudencia de prepararnos para cualquier eventualidad catastrófica es beneficiosa, sin embargo, ¿Cuál es la preparación real que debemos llevar a cabo para proteger al planeta?  Pues en mi calidad de coach de apoderamiento, puedo sugerir varias alternativas:

Ø  Si el poder de nuestro pensamiento crea nuestra realidad, según la Ley de Atracción, pues comencemos por dejar de pensar en lo que no queremos ver manifestado.  Visualicemos al planeta protegido; fluyendo en perfecto orden con todos los demás.  Agradezca y cuide su planeta.    Envíe ondas de armonía al Universo y sosténgalas con su pensamiento y ejemplo de vida.  Viva en paz;  no choque con nadie…

 

Ø  Si usted cree firmemente que a los seres humanos se nos dio la potestad sobre todo lo creado, entonces, desvíe cualquier cosa que no sea amor, tanto fuera del planeta, como fuera de su vida.  Pídale al planeta Tierra que haga sus cambios suavemente, en paz y con orden.

 

Ø  Ame.  Perdone.  Practique la compasión y el buen trato.  Todas las lecciones de amor y tolerancia que generamos como especie nos llegan porque necesitamos saludar más a los vecinos, abrir puertas para extraños, pedir perdón a los que amamos, reanudar votos y lazos rotos, en fin, amar más.  Las situaciones de reto afloran nuestra capacidad natural de amar y ayudar, así que si lo hacemos sin el incentivo desagradable de una catástrofe, vivimos vidas más felices.

 

Ø  Finalmente, no hay muerte.  Solo la transformación de nuestros cuerpos físicos de vuelta a su estado original puro de energía.  Si la idea de la muerte le aterra al punto que le hace perder su paz, busque ayuda.  Entienda de donde viene el temor y encuentre el pensamiento feliz que le permita asimilar la muerte como un cambio más como muchos otros que ya ha vivido y superado a través de su experiencia humana. 

Creamos las vidas que tenemos a través de la acción de nuestro pensamiento; tanto colectiva como individualmente.  La invitación es a la prudencia, a pensar en la paz.  Invitamos a evitar contagiar a otros con pánicos basados en especulaciones, que si es cierto que podrían tener una sólida base científica, la verdad es que la desconocemos puesto que no existe ninguna declaración oficial.  Si los mayas anunciaron un “final” y no ocurrió, dejemos de seguir afirmando lo que no queremos.  ¿Cuántas veces más necesitamos que se nos enseñe la lección?  Sé amor, comparte amor y arregla todo lo que no funciona en todas tus relaciones.  Así es que se protege a un planeta; viviendo en el amor.

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