martes, 30 de septiembre de 2014

GIGANTES TRANSCENDENTALES


El 1 de febrero de 2007 comenzó una de mis más grandes encomiendas hasta el momento.  Fui nombrada Directora de Cultura de mi pueblo, con el privilegio de recibir la encomienda de crear un Distrito de museos de la boca misma del arquitecto de la Tierra de Gigantes, el Hon. José Ernesto Aponte de la Torre, fenecido alcalde Carolinense. Hasta casi finalizado el sigo XX, a los Carolinenses se les conocía como los “Tumbabrazos”  ya que en el campo y en las zonas cañavaleras, todas las disputas se resolvían a machetazos.  Fue Aponte de la Torre quien, al reconocer la presencia del Gigante de Carolina, Felipe Birriel Fernández, convierte a Carolina en la Tierra de Gigantes, como la conocemos al día de hoy. 

Hoy, en el 2014, celebro el tercer aniversario de mi bebé, el Museo Galería de los Gigantes.  Este recinto, sagrado para mí, guarda en su interior grandes historias.  Aquí se conservan las historias de la gran Julia de Burgos, Cecilia Orta, El Boquio, Roberto Clemente Walker, Jesús María Sanromá, Jesús T. Piñero, el propio Aponte de la Torre y por supuesto, Felipe Birriel Fernández, el Gigante de Carolina.  También guarda algo de la mía… Es casi imposible estar casi un año rodeada de la esencia de estos seres extraordinarios sin que tu vida se transforme.  Cada día, vibraba cerca de la energía de las pinturas de Cecilia, dos de las cuales fui personalmente a buscar a Estados Unidos.  Los grabados del Río Grande de Loíza de manos del maestro grabador, José Alicea, es mi pieza comisionada favorita.  Crear las figuras, casi vivas de los Gigantes, en especial, la del maestro Sanromá sentado en su piano, regalo del New England Conservatory of Music en su graduación, eso fue un regalo de vida.  No había forma de entrar en la vida de los Gigantes sin salir “agigantada”.

Sin embargo, mi recuerdo más significativo es mi historia con Antonio.  El artista multi-facético y multi-versado Antonio González-Walker se unió el equipo justo cuando perdía la esperanza de encontrar la pieza perfecta para el espacio abierto entre los pisos 3 y 4 del museo.  Había ya entrevistado a varios artistas y nada fluía.  Antonio vino a ver el espacio y, al igual que los anteriores, miro los retos y tuvo sus dudas de si era posible crear algo significativo.  Le dije: “Mira de nuevo, no se llama reto; se llama oportunidad.”  Observó, como lo hace él, en silencio, hizo un gesto positivo con la cabeza y se lanzó a la encomienda de crear.  Regresó dos meses más tarde con el helixSER.  La pieza es un vórtice en tela que gira recordándonos, precisamente la esencia expansiva del Ser.  Nuestra energía, como el vórtice, se expande y crea Universos y los Gigantes, como los Titanes en la mitología, son nuestros recordatorios de nuestra fuerza interior que nos lleva a manifestar las posibilidades infinitas del Ser.

Siempre he creído que Antonio me eternizó en el museo con su pieza.  No creo que haya sido su intención, pero desde ese tiempo ya el Vortex era parte de mi energía.  Cuando ví el modelo inicial, lloré, pero creo que nunca se lo dije.  Antonio realmente no me estaba colocando a mí, aunque me sentí aludida, en el museo.  Antonio sembró allí la semilla expansiva de la esencia de todos los Gigantes… de los Carolinenses, de los Puertorriqueños, en fin, lo Divino presente en medio del museo, recordándonos la posibilidad infinita de crecimiento y expansión que yace dentro de cada ser humano. Tres meses después de la inauguración renuncié a mi cargo para crearme una vida Gigante como Coach y escritora y Antonio, por su parte, hizo lo propio. 

Hoy cada uno se ha agigantado en su propia misión.  Cada uno de esos Gigantes, nos despertó el deseo profundo de dejar un legado tangible en nuestro paso por el planeta.  Esa era la encomienda: crear un santuario de Gigantes para Gigantes que se reconocen y están listos para hacer tareas Gigantes que sean conmemoradas en los años por venir.  Gracias Antonio González-Walker, por llegar justo en el momento en que te necesitábamos… desde mi corazón Gigante, mi más Gigantesca gratitud.   

Visita la Galería de los Gigantes en el Centro Urbano de Carolina; es un espacio que se creó para recordarnos que tenemos la capacidad de crear maravillas y transcender hasta llegar a espacios extraordinariamente insospechados. 




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