Recientemente un caballero de
edad madura instruía a una joven pareja: “Yo le dije a mi nieta que estudiara
leyes; así no tenía que preocuparse por si el marido le sale bueno o si se casa
con uno de esos charlatanes que andan por ahí que no sirven para nada, porque
podrá mantenerse y no necesitará nada de un tipo”, sentenció el hombre.
Me quedé fría. Claro, no era algo nuevo para mí escuchar
aquello, ya que como Coach de Empoderamiento siempre he dicho que muchos de los
divorcios de esta generación se deben a que cuando sales a estudiar a “kindergarden” te envían a la escuela con una lonchera con
un jugo, unas galletas y una notita que dice: “estudia para cuando tu pareja te
deje.” No nos envían a estudiar para
superarnos, educarnos o para el auto descubrimiento de nuestras pasiones y
mayor potencial. Estudiamos como un mecanismo de defensa en contra de esos
“terribles enemigos”. Ya yo conocía de
primera mano esta falsa creencia que destruye las relaciones aun antes de que
hayan comenzado porque nos crían para el miedo y el fracaso “en nombre del
amor.” Pero nunca la había escuchado tan
claramente y menos de la boca de un hombre...
Par de semanas más tarde, durante
mi caminata matutina, luego de haber hecho un magnífico taller sobre el perdón,
camino flagelándome mentalmente por el hecho de que aun cuando he logrado manifestar
grandes avances financieros en mi vida, aún sigo teniendo grandes dificultades
para manifestar mi abundancia. De momento, esa escena pasó nuevamente como una
película frente a mis ojos. Recordé las enseñanzas de la Cábala que explican
que la responsabilidad del hombre es proveer y la de la mujer es recibir y
administrar los bienes. Inmediatamente,
sentí el dolor de todos los seres y percibí el momento en el que las mujeres
dejaron de confiar en la bondad de sus proveedores, y ellos a su vez, comenzaron
a creer que en efecto, eran “malos”. Me
eché a llorar en el medio del puente Julia de Burgos y sentí su espíritu
llorando conmigo el dolor de todos los hombres que no han comprendido su
función y las mujeres que no supieron perdonarlos y sanarlos…
Lloré. Entendí que para sanar mis
finanzas debía sanar todo este dolor colectivo de esta falsa creencia, que no
solo ha desequilibrado mis finanzas, sino también las finanzas de todo el
planeta. Activé mi práctica de Ho’oponopono y mientras lloraba repetía el
sanador mantra:
TE PERDONO – ME PERDONO – LO
SIENTO – TE AMO – GRACIAS
Comencé a sentir un alivio
descomunal. Me perdoné. Cancelé y deje atrás mis viejos mantras: “Yo
no sé manejar mis finanzas” “Las conversaciones sobre dinero me estresan” “Ya
mismo me alineo con mi abundancia, voy por ahí”
Ya no necesitaba alinearme con mis riquezas; solo necesitaba entender y
alinearme con el Amor que todo lo sana…
Estoy convencida de que a partir
de este momento veré mis finanzas elevarse a un nuevo nivel de abundancia. Estaré abierta a recibir con inmensa gratitud
los regalos del Universo y sobre todo me perdonaré y perdonaré a todos los
hombres y mujeres a los que se les enseñó el miedo y no las leyes que proveen
todo en sobreabundancia. Sabremos y
honraremos el rol que le toca a cada quien y aprenderemos a dar y a recibir y
ser agradecidos.
Cancelo el dolor, la ignorancia y
el miedo. Me perdono y los perdono y me preparo para recibir la herencia que
por derecho de conciencia me pertenece, no solo a mí, sino a todos los seres
humanos. Ya entendí dónde está mi
dinero: mi dinero está en mi conciencia y en mi corazón.
Háganse la prosperidad y la luz…
Únete a mi cruzada de perdonar y perdonarnos y permitir que nuestras riquezas
regresen de una vez y por todas a nuestras manos… Comparte amorosamente esta
reflexión…
Hágase el perdón…