miércoles, 15 de abril de 2015

YA ENTENDÍ DÓNDE ESTÁ MI DINERO

Recientemente un caballero de edad madura instruía a una joven pareja: “Yo le dije a mi nieta que estudiara leyes; así no tenía que preocuparse por si el marido le sale bueno o si se casa con uno de esos charlatanes que andan por ahí que no sirven para nada, porque podrá mantenerse y no necesitará nada de un tipo”, sentenció el hombre.

Me quedé fría.  Claro, no era algo nuevo para mí escuchar aquello, ya que como Coach de Empoderamiento siempre he dicho que muchos de los divorcios de esta generación se deben a que cuando sales a estudiar a “kindergarden”  te envían a la escuela con una lonchera con un jugo, unas galletas y una notita que dice: “estudia para cuando tu pareja te deje.”  No nos envían a estudiar para superarnos, educarnos o para el auto descubrimiento de nuestras pasiones y mayor potencial. Estudiamos como un mecanismo de defensa en contra de esos “terribles enemigos”.  Ya yo conocía de primera mano esta falsa creencia que destruye las relaciones aun antes de que hayan comenzado porque nos crían para el miedo y el fracaso “en nombre del amor.”  Pero nunca la había escuchado tan claramente y menos de la boca de un hombre...

Par de semanas más tarde, durante mi caminata matutina, luego de haber hecho un magnífico taller sobre el perdón, camino flagelándome mentalmente por el hecho de que aun cuando he logrado manifestar grandes avances financieros en mi vida, aún sigo teniendo grandes dificultades para manifestar mi abundancia. De momento, esa escena pasó nuevamente como una película frente a mis ojos. Recordé las enseñanzas de la Cábala que explican que la responsabilidad del hombre es proveer y la de la mujer es recibir y administrar los bienes.  Inmediatamente, sentí el dolor de todos los seres y percibí el momento en el que las mujeres dejaron de confiar en la bondad de sus proveedores, y ellos a su vez, comenzaron a creer que en efecto, eran “malos”.  Me eché a llorar en el medio del puente Julia de Burgos y sentí su espíritu llorando conmigo el dolor de todos los hombres que no han comprendido su función y las mujeres que no supieron perdonarlos y sanarlos…

Lloré. Entendí que para sanar mis finanzas debía sanar todo este dolor colectivo de esta falsa creencia, que no solo ha desequilibrado mis finanzas, sino también las finanzas de todo el planeta. Activé mi práctica de Ho’oponopono y mientras lloraba repetía el sanador mantra:

TE PERDONO – ME PERDONO – LO SIENTO – TE AMO – GRACIAS

Comencé a sentir un alivio descomunal.  Me perdoné.  Cancelé y deje atrás mis viejos mantras: “Yo no sé manejar mis finanzas” “Las conversaciones sobre dinero me estresan” “Ya mismo me alineo con mi abundancia, voy por ahí”  Ya no necesitaba alinearme con mis riquezas; solo necesitaba entender y alinearme con el Amor que todo lo sana…

Estoy convencida de que a partir de este momento veré mis finanzas elevarse a un nuevo nivel de abundancia.  Estaré abierta a recibir con inmensa gratitud los regalos del Universo y sobre todo me perdonaré y perdonaré a todos los hombres y mujeres a los que se les enseñó el miedo y no las leyes que proveen todo en  sobreabundancia. Sabremos y honraremos el rol que le toca a cada quien y aprenderemos a dar y a recibir y ser agradecidos.

Cancelo el dolor, la ignorancia y el miedo. Me perdono y los perdono y me preparo para recibir la herencia que por derecho de conciencia me pertenece, no solo a mí, sino a todos los seres humanos.  Ya entendí dónde está mi dinero: mi dinero está en mi conciencia y en mi corazón.

Háganse la prosperidad y la luz… Únete a mi cruzada de perdonar y perdonarnos y permitir que nuestras riquezas regresen de una vez y por todas a nuestras manos… Comparte amorosamente esta reflexión…


Hágase el perdón…


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