El planeta esta en pleno proceso
de transición espiritual y nuestro país, Puerto Rico, en pleno proceso de
despertar. Cuando los seres humanos están listos para evolucionar en su proceso
individual, por lo regular, esta evolución comienza a partir de una situación
caótica que despierta su necesidad de mirar su vida como un todo y hacer los
ajustes correspondientes. Divorcio, muerte, enfermedad, son algunas de las
situaciones que nos sacuden para “despertar” en nosotros nuestro poder interior
y movernos a un espacio de superación y empoderamiento. A nivel colectivo, el
alma despierta a su necesidad de unificarse con otros seres en la medida que
enfrenta un cataclismo, una guerra, ataques terroristas y en nuestro caso, una
aguda situación financiera y de identidad. Estas situaciones en general,
sacuden “la zona de seguridad” del colectivo y les lanza a enfrentarse con su
fragilidad y vulnerabilidad. Es en estas situaciones en las que el poder del
Espíritu entra a fortalecer al Ser en función de elevar a la humanidad por
encima del dolor a los espacios en los que reina el Amor.
El proceso de transformación que
sufre el planeta tiene como propósito elevar nuestra vibración a la vibración
Suprema del Amor. El archienemigo de
este proceso es el Ego. En la medida en que el Ego provoca miedo, odio y
angustia, el Amor pierde fuerza. Es solo cuando estamos conscientes de este
proceso que podemos tomar posiciones más fuertes en vías a sanar nuestro Ego y
confiar en el proceso que nos lleva a vivir en un planeta que resuena con la
alta vibración del Amor. Dos aliados poderosos del Ego son el arquetipo del
DESTRUCTOR y el arquetipo de la VICTIMA. En el caso del DESTRUCTOR, esta energía
que fluye en nosotros y por el planeta, entra en las personas que no han
trabajado con su dolor y están listos para “dispararlo” hacia afuera. Naturalmente,
el ciclo natural de nacimiento y muerte lleva al arquetipo de la destrucción
implícito, por lo tanto, sí, es necesario destruir, según el libro Contratos Sagrados de la sanadora
energética Caroline Myss. Sin embargo, la destrucción en luz alude a la
destrucción de hábitos dañinos, espacios de separación como el Muro de Berlín y
la limpieza de espacios para reconstrucción y regeneración. Es favorable
destruir un cáncer. Lo que es dañino, es la destrucción en sombra, ya que el
dolor del destructor se esparce para satisfacer su falta de amor propio. Las
víctimas, son quienes en medio de este gran proceso, ofrendan su vida para enseñarnos
alguna lección que aún nos falta por aprender, convirtiéndose así en nuestros
maestros y héroes.
En medio de este gran conflicto
que emerge entre la oscuridad y la luz, se levantan las figuras del HÉROE y el MAESTRO
para crear balance entre el destructor y
la víctima. El colectivo se beneficia de ambos conocimientos, ya que tanto el
héroe como el maestro “se ofrenda” para dar a las personas un conocimiento que
antes de la “destrucción”, tal vez, no tenían. Si algo aprendemos
colectivamente de las almas que se “sacrifican” para iluminarnos, es que
debemos sentir compasión por todos los seres. Los familiares de las víctimas,
los que observan y se enfrentan a la fragilidad de la vida, pero sobretodo, es
meritorio honrar el sacrificio perdonando a quienes nos han hecho mal. La
lección del perdón es dura de asimilar en medio de tanto dolor, sin embargo, si
no hacemos lo propio, el sacrificio de las almas que han dejado nuestro espacio
a causa de algún acto de violencia, ya sea infligido por otros o por ellos mismos,
habrá sido en vano. El único resultado de no perdonar es lograr que se nos
repita la lección.
Este es el tiempo del Amor, el
tiempo de la Compasión. Este es el momento en el que somos llamados a ser
héroes del Amor y entender el dolor de los demás en vez de condenarlo. Estamos
llamados a cocrear un mundo de paz que solo será posible si comprendemos que
cada quien tiene una responsabilidad que cumplir. ¿Cuál es tu responsabilidad? ¿Cuál
es tu acción? Mi responsabilidad es ser
Paz; mi acción es aprender a perdonar cada día más...
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