“Le pedí al Buda que
me mostrara su esencia.
Hice silencio, y en el
silencio
comprendí que el Buda somos
todos…
todos los que compartimos una misma vibracion.”
Dianiluz
Nuestros ancestros inhalaban, ingerían y
degustaban todo tipo de hierbas y brebajes para alcanzar estados alterados de consciencia.
Yo medito. En el mes de junio el clan se une para recibir el solsticio de verano como de costumbre: círculo con tambores, Llama Violeta, ágape de
alimentos y en esta ocasión, un invitado especial: el Buda.
Por supuesto, no fue casualidad que Amelia le
pidiese a Julie Ann que se incluyese la figura del Buda en el ritual, justo
cuando estaba yo hablando con ella. “Colócalo en un cojín,” sugirió
amorosamente Julie. Hubo una mirada de complicidad y el Buda fue magníficamente
colocado en su cojín dentro del círculo. Me senté casi alineada con él, casi…
Bueno, eso fue hasta que Carmen se colocó en mi silla sin querer (enviada por
el Maestro) y esa movida me colocó en el asiento más cercano a él…
Hacía unos meses que había pedido que la energía
de los Avatares entrase en mí. Por favor, ni pregunten porqué hice eso. Siempre,
por mi formación cristiana, he tenido muy presente la energía Crística. Jesús
es mi maestro de Poder por excelencia y aunque tengo también muchas figuras del
Buda en mi casa, no había exactamente comprendido “que hace el Buda” o como se
siente tenerlo en mi energía. Sin embargo, cuando mi amada Gema me regaló una
hermosa figura de él para mi cumpleaños, sabía que ya se iba acercando o
tal vez, ya estaba aquí y yo no me había dado cuenta. Hoy era el día del encuentro
decisivo…
Por alguna razón, éramos todas mujeres. No
siempre es el caso. Siempre algún caballero se personifica a los rituales y
crea balance, pero en esta ocasión el “caballero” era el Buda. Más que suficiente
para hacer balance. Julie abrió el foro con un toque del gong; también un poco
inusual… acto seguido, dio la bienvenida y nos hizo la invitación a encontrar
un lugar en nuestra memoria en el que nos encontráramos en paz.. Yo quedé en
blanco; nada llegaba… excepto un profundo deseo de contemplar y hacer
silencio.. Estaba, tal vez, bajo el árbol de Bodhi, pero yo no lo sabía… Bodhi…
que en sánscrito significa La Gran Mente.
Una por una, todas las mujeres, comenzaron a
compartir esos momentos significativos de paz, que en ocasiones se bifurcaban
con memorias de alegría. En su mayoría, eran escenas de lo cotidiano o memorias felices de la niñez y yo, seguía sin
ver nada. Entonces, habló Milagros. Ella no veía nada tampoco… vacío, oscuridad
y de pronto: ¡EL BUDA! El silencio se me agolpaba
en el pecho y de momento todas las historias se hicieron mías: los niños felices, las abuelas cocinando, las puestas de sol, las playas espejo, Schoenstatt, la memoria del
abrazo del amante de Eileen, que me envío en segundos a los brazos del mío… en
fin, algo que no entendía para nada estaba ocurriendo allí y yo, empecinada en
quedarme en mi silencio.. Hasta que Carmen habló y entonces, mi momento de paz
emergió del de ella, porque mi paz no es un lugar. Mi paz es una energía: mi
paz es Jesús. Ella le llamó “El Amado” y supe al momento que compartíamos “amados”
y que no era coincidencia alguna el que ella estuviese sentada a mi lado. Sus
palabras no eran ella… era ÉL. De su discurso emanaba un Amor Universal
indescriptible. Contó que, al igual que yo, no quería decir nada, sin embargo,
lo que emanaba de su voz era una sabiduría extraordinaria, un amor superior,
una Presencia… pura Presencia. Era Carmen, era Jesús, era el Buda… era TODO.
Y me llegó mi turno..
Yo era prácticamente la
última; solo faltaban las Maestras. Ahora no era que no quería hablar… era que
no podía… Lo primero que sentí fue una energía de gratitud de la que sobrepasa
todo entendimiento, y que sinceramente, no siento, a ese nivel de intensidad,
todos los días. Era como si yo pudiese sentirme parte de cada historia, de cada
memoria, de cada emoción. Cada persona allí era yo y yo ella, y eso yo lo había
experimentado con personas conocidas, ¡pero allí habían personas que ni tan
siquiera conocía! Comencé a llorar; era una emoción que no podía contener. Cosa
poco usual en mí; en público soy bastante centrada y fuerte. Entonces, las
llevé a mi lugar: es un jardín con una magnífica Fuente, flores, mariposas… Hay
una neblina con colores de arcoíris y un banco. Allí me siento con el “Amado”
que es también amado de Carmen y de la Magdalena.. Mi lugar de paz no está en
esta dimensión lineal de tiempo y espacio; pudiésemos decir que existe en el “no
tiempo” y por eso no quería hablarlo, pero gracias a Milagros y su espacio “vacío”,
me animé a invitarlas a todas a mi jardín. Cerré de nuevo en gratitud. Tomé la
mano de Carmen; me dio paz. Allí también estaba en el jardín; sosteniendo las
manos de Carmen …
Bodhisattva es un término del budismo significa bodhi “supremo conocimiento” y sattva “ser”. Me senté al lado del
Buddha y él, a su vez, se sentó a mi lado y me complació. Me dejó ver quién es
y cómo es su energía. Es silencio; es estar aquí y ahora, porque eso implica
que, estamos en todos los tiempos y todos los espacios a la vez. Es un
sentimiento de gratitud que todo lo abarca. Es haber vivido todas las vidas;
por eso tanto énfasis en la reencarnación; porque no tiene el cuerpo que morir,
cambiamos continuamente. Es la muerte y resurrección de Jesús. Al final, una hermosa
joven Cristal (jóvenes Milenio de la Nueva Tierra) se sentó a mi lado y pude
atisbar en su mirada al Buda. Serena, sabia, hermosa y muy, muy elevada.
Compartiendo con mujeres que tal vez, doblaban su edad, desde un acercamiento
de unidad extraordinario. El Buda.
Podría decirse que hoy
atisbé el camino de la Iluminación; y digo atisbé porque todavía falta. Ahora,
es solo un paso a la vez, y mucho, mucho silencio… Gracias Siddhartha por venir
a mi encuentro; que tu serena Luz ilumine nuestros caminos y todos nuestros
espacios de paz…
Namasté.
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