Bueno, gracias a el paso de los
fenómenos Danny y Erika que no lograron nivelar nuestros abastecimientos de
agua al máximo de su capacidad, me place reconocer que los estados de escasez y
sequia no son cosa del calentamiento Global. Estos estados son la respuesta del
Universo a los pensamientos que enviamos diariamente. Durante el curso de una
semana, nuestra conciencia colectiva puertorriqueña logró desmantelar un
huracán categoría 3 a una mera perturbación tropical y una tormenta tropical
que dejó inundaciones en Dominica, apenas nos rozó. Queremos lluvias, pero no
las queremos y esta dicotomía mental no permite resultados contundentes que podamos
ver. Si estamos conscientes de que hay
una Ley Mental que estipula que todo es Mente y por consiguiente, la Mente
Universal responde a las vibraciones de nuestra propia mente, cuando la
vibración primordial es el miedo, los resultados que deseamos se llenan de esa
vibración y por ende no se manifiestan. ¿Queremos o no queremos abundancia?
¿Podemos manejar los retos de un fuerte “azote” para equilibrar? Bueno, en
nuestras vidas individuales lo hemos hecho muchas veces y en tantas otras, lo
hemos hecho a nivel colectivo, sin embargo, hemos olvidado esa historia de
poder. ¿Cómo podemos mantener nuestro empoderamiento a nivel colectivo
continuamente?
Muchas personas estarán felices
porque quienes viven en el miedo prefieren morir de sed a cambiar sus pensamientos
para unificarse en poder y bien colectivamente, por lo tanto sabotean
inconscientemente los cambios. Prefieren caminar sus respectivos desiertos para
encontrar agua y si no hay agua, toman cerveza o lo primero que aparezca y
resuelven como puedan. Otros seguirán en el mantra boricua de culpar al
gobierno, al calentamiento global, a las nubes, en fin, a lo primero que se les
ocurra con tal de no asumir responsabilidad por nada pues esto conllevaría un
tipo de empoderamiento que ellos no están dispuestos a aceptar. Por otro lado,
existe un grupo poderoso de personas que continúa afirmando que al vernos
responsables desde nuestra inmediatez individual y de nuestras circunstancias,
podemos hacer cambios colectivos trascendentales desde nuestro poder interior.
Al comenzar a buscar una razón
energética, en vez de lógica, para los estados de escasez que experimenta
nuestro país, en cuanto a la sequía, la referencia más cercana que encontré fue
el relato del profeta Elías en 1era de Reyes 18 en la Biblia, edición Reina
Valera. Resulta que en aquellos tiempos hubo una gran sequía que duró tres años
y que conste, nada tenía que ver con el calentamiento Global. El profeta Elías
recibe instrucciones de orar por lluvia, no sin antes poner a prueba a los profetas
de Baal y sus seguidores, quienes habían decidido dejar a Jehová de un lado por
seguir a un dios pagano. En nuestros tiempos también hay “dioses ajenos”,
entiéndase, energías externas a las que le hemos puesto toda nuestra fe para
que provea nuestras necesidades y la primordial ha sido el dinero. He aquí la conexión directa entre los retos
financieros colectivos que experimentamos y la sequía.
Aclaro antes que todo, que no hay
nada malo con el dinero. A mi entender es sustancia Divina y como todo lo que
existe en este planeta viene de la misma Fuente de abundante provisión de donde
viene la lluvia. El reto llega cuando nos olvidamos de la Fuente y le rendimos
“culto” o, en términos energéticos, le ponemos toda nuestra atención al mundo
material y descuidamos nuestra conexión al mundo espiritual. Es como una versión moderna del Jardín del
Edén. Nos volvemos contra lo Divino y afirmamos que podemos hacerlo solos. En cuanto
a lo financiero, podemos desconectarnos porque, ya sea nuestros empleos o las
ayudas externas al país tendrán la capacidad de satisfacer todas nuestras
necesidades. Cuando el “dios Baal/dinero” no está, la respuesta es agresiva y
de defensa, en la mayoría de los casos, porque nuestra supervivencia está
siendo amenzada y ahí es que el miedo hace su agosto.
¿Cómo entonces regresamos, sin
importar nuestras creencias religiosas, a la Fuente de abundancia? El camino
común que conozco es el Amor y la Gratitud.
Al pensar en estas energías y convertirnos en amor y dar gracias
continuas, el miedo va perdiendo fuerza. Confiamos en que el orden que sostiene
la Galaxia, también nos sostiene a nosotros y confiamos en el fluir certero y
en abundancia. No hay que pedir que las tormentas se vayan o pierdan fuerzas;
afincados en nuestro poder interior, volamos sobre ellas mientras se
reestablece el balance. El Amor nos permite unificarnos en intención. Cocrear
alianzas para que las ideas divinas fluyan y aporten soluciones. En el miedo
nos apedreamos, nos atacamos y nos resignamos.
En el amor nos abrazamos, nos ayudamos y entre todos logramos un gran
empoderamiento colectivo.
Puerto Rico atraviesa un fuerte
proceso en el despertar de nuestra conciencia colectiva, resultado de un
proceso mayor a nivel planetario. Muchas personas no entienden esto o escogen
no creerlo, sin embargo, la aceptación de los procesos no es tan primordial
como nuestra reconexión en el amor. ¿Y por qué el Amor? El Amor es el camino hacia la abundancia y la
prosperidad. El Amor que echa fuera el temor nos recuerda que somos capaces, fuertes,
sabios y poderosos. El Amor genera
empatía, solidaridad y compasión con los que aún no logran confiar en ese poder
en ellos. El Amor sana relaciones, cuentas bancarias, retos profesionales, en
fin, el Amor nos devuelve a la vida feliz que todos anhelamos. La práctica
diaria del Amor es un reto. Comienza por nuestro Amor propio, cosa que nunca
nos enseñaron en la escuela y que en ocasiones es difícil de descifrar. Algunos
pasos son tan simples como alimentación adecuada, tener un “hobbie” o
diversión, hacer un poco de ejercicios y alimentar nuestra mente con música,
programas televisivos y lecturas sanas. Otro paso importante es encontrar una
práctica espiritual que nos haga sentido y provea bienestar. Poco a poco, un
día a la vez, el Amor que soy conmigo mismo, el Universo se encarga de
expandirlo y regarlo, no solo por el país, sino también por el planeta. La
invitación es a regresar a la Fuente y verla como Amor que fluye en nosotros
mismos… En la medida que este Amor sobre abunda, entonces se vierte libremente
convirtiéndose en la soñada prosperidad. Ámate y verás la lluvia llegar con una
suavidad consistente hasta llenar todos los espacios… comenzando por nuestros
corazones sedientos de Amor.
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